Las amenazas escolares dejan una huella para toda la vida.

 

Por: Diana Bello Aristizábal

 

Septiembre estuvo manchado por una nueva ola de amenazas escolares por redes sociales en Florida que resultó en el arresto de varios estudiantes. Tal parece que muchos niños aún no saben, o quizás no dimensionan, que realizar amenazas por medios digitales altera completamente el curso de la vida de quienes incurren en este grave delito, incluso si se trata de menores de edad.

 

La vida cambió para una niña de 12 años de Lauderhill, condado de Broward, que el pasado 9 de septiembre publicó amenazas dirigidas a varias escuelas de su condado y ahora enfrenta cargos criminales por amenazar por escrito con matar/realizar un tiroteo masivo y por uso ilegal de un dispositivo de comunicación bidireccional.

 

Algo similar ocurrió con un estudiante de 11 años de Port Orange, condado de Volusia, quien a mediados de septiembre presuntamente tomó la decisión de amenazar con hacer un tiroteo masivo en las escuelas de Creekside o Silver Sands Middle School. El niño fue encarcelado y está acusado de mostrar varias armas de fuego durante un chat por video con amigos.

 

Mientras tanto, a nivel local, dos estudiantes de Doral Academy, que no vivían en esta municipalidad, fueron arrestadas a mediados del mes por publicar amenazas contra su escuela. De acuerdo con Danny Espino, representante de la junta escolar de Miami-Dade por el distrito 5, las estudiantes publicaron un post por Snapchat, el sistema de inteligencia artificial de la plataforma lo reconoció y envió la alerta al FBI.

 

“El FBI le informó a la policía del condado de Miami-Dade, por lo que no vivían en Doral, y al otro día a las 6:15 de la mañana, la policía estaba en la puerta de la casa de las niñas para arrestarlas. De manera que en menos de 12 horas, se efectuó la amenaza, una detención, la remisión y el arresto”, aseguró Espino en entrevista con Doral Family Journal.

 

Una “broma” que sale muy cara

Tener un teléfono celular o cualquier otro dispositivo electrónico es una responsabilidad muy grande que no todos los niños saben asumir pese a que las autoridades año tras año difunden información sobre su uso correcto en el marco de una nueva oleada de amenazas escolares por redes sociales que pone en alerta a toda una comunidad e implica la movilización de recursos.

 

Y es que, contrario a lo que muchos piensan, no solo incurren en un delito quienes cumplen con sus amenazas, sino también aquellos que, incluso sin malicia o en forma de “broma”, postean cualquier cosa que genere sentimientos de inseguridad en una población que ya está prevenida con los tiroteos escolares debido a su alta frecuencia.

 

Las amenazas de septiembre en Florida se dieron tan solo días después de un tiroteo ocurrido en la escuela secundaria Apalachee High School en Winder, Georgia, efectuado por un adolescente de 14 años que abrió fuego en su institución el 4 de septiembre asesinando a dos estudiantes y dos maestros.

 

Sin embargo, aun ante la gravedad de lo sucedido y su amplia difusión, cuando la niña de 12 años que amenazó a colegios de Broward fue confrontada, alegó que todo se trató de una broma y que nunca tuvo la intención de materializar sus amenazas. “Todas las amenazas son tomadas en serio y asumidas como reales hasta que se hace un proceso para determinar si son o no creíbles”, explica Danny Espino.

 

Es tal el gasto innecesario de recursos y el agotamiento frente a este problema recurrente que ya se están tomando medidas más severas para frenar esta nefasta tendencia. Es el caso del condado de Volusia, cuyo sheriff Mike Chitwood publicó el nombre, la foto policial y un video del niño que efectuó las amenazas mencionadas. Dijo a los padres: “cada vez que hagamos un arresto, las fotos de sus hijos serán publicadas y, si puedo, los pasearé para que todos se enteren de lo que hicieron”.

 

Al respecto, el jefe de la Policía de Doral, Edwin Lopez, asegura que el delito por postear amenazas en redes sociales mancha el récord de un niño de por vida. “Esto es algo que puede afectar en el futuro su capacidad para conseguir un empleo, entrar a la universidad o servir en el ejército porque usualmente debe revelar previamente si ha sido arrestado o no en el pasado”.

 

De manera que, según Lopez, esto hace que un joven empiece su vida adulta con una desventaja competitiva. “Eso es triste y lo es porque se puede prevenir con educación. Hay que recordar, no obstante, que educar a los niños no es trabajo de la policía sino principalmente de los padres y también de la comunidad. Nosotros solo podemos apoyar, orientar y aconsejar”, comenta.

 

En cuanto a las consecuencias en el presente, explica que aunque la mayoría de estos delitos son cometidos por jóvenes mayores de 13 años, los que están por debajo de esa edad también son arrestados tal como ha ocurrido. “Generalmente, una felonía trae como consecuencia un año o más de cárcel aunque muchas veces ese no es el caso. Pero más importante que eso es el trauma que deja en el niño y en su familia tener que ingresar en el sistema de justicia penal”.

 

Cabe mencionar que en los tiempos que corren hay que tener mucho cuidado con todo lo que se postea y se dice, pues en ocasiones no es necesario generar una amenaza para terminar en problemas. La simple mención de la palabra ‘arma’ puede traer resultados negativos. Por ejemplo, alguien puede verla (o escucharla) y comenzar un rumor sobre dicha persona que termine en un aviso a las autoridades y, posteriormente, en una investigación policial innecesaria.

 

“Los niños no deberían estar en redes sociales hasta que tengan una mejor comprensión de su impacto. Nuestro trabajo como padres no es ser amigos de nuestros hijos sino hacer lo que es mejor para su bienestar, incluso si hay que decir muchos ‘no’”, asegura Danny Espino, quien anima a los padres a enseñarles a sus hijos a restringirse en las redes entendiendo que lo que hacemos en línea deja una huella y que el contenido puede ser replicado sin consentimiento o sacado de contexto.

 

 

 

 

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