Productos sin grasa afectan fertilidad.
Miami,(EFE).- El descenso de la natalidad es un fenómeno preocupante en todos los países desarrollados y los productos sin grasa pudieran ser uno de los factores que influyen en esa tendencia, según el médico nutricionista Jaime Brugos.
Según el Centro Nacional de Estadísticas de Salud, el índice de natalidad de Estados Unidos bajó en 2009 a 13,5 nacimientos por cada 1.000 personas, frente a 14,3 en 2007 y 30 en 1909.
Datos de los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) apuntan a que el descenso de 2009 repite un patrón ya registrado en 2008.
Los demógrafos sitúan en 2,10 el número mínimo de hijos por mujer para que se produzca el relevo generacional en peligro en países desarrollados como España, Japón, Italia o Alemania, entre otros, mientras que en Estados Unidos el aumento de la población se produce por el permanente flujo migratorio.
El doctor Brugos afirmó en Miami que se ha tratado de explicar el descenso de la natalidad por los cambios de costumbres culturales y sexuales, métodos anticonceptivos y dificultades económicas de las parejas, aunque ninguna explicara el empeoramiento de la calidad del semen ni la pérdida de fertilidad de las mujeres.
Brugos considera que la clave se encuentra en la abundante oferta de productos sin grasa, ya que desde que comenzaron a aparecer este tipo de productos se ha ido produciendo un aumento extraordinario de las dificultades de las mujeres en edad fértil para quedar embarazadas así como un “inexplicable” empobrecimiento de la calidad del semen en los varones jóvenes del mundo desarrollado.
Autor del libro “Isodieta”, el nutricionista español explicó que su teoría se basa en el hecho de que las hormonas sexuales, tanto masculinas como femeninas, se sintetizan a partir de grasas y colesterol.
Ello explicaría lo que suele suceder con deportistas sometidos a dietas demasiado bajas en grasas que les provoca una disminución de los niveles de testosterona y la interrupción de la menstruación en las mujeres.
De esta forma que la aparición de la leche desnatada, que Brugos concibe como “antinatural” (por carecer de un componente tan esencial como es la grasa), y de una enorme cantidad de productos a los que se les ha extraído la grasa, está detrás de los problemas de muchas parejas para concebir además de otras complicaciones de salud.
Brugos recuerda, en ese sentido, que la leche materna tiene mayor proporción de grasa que la leche de vaca.
“Una dieta excesivamente baja en grasas, que frecuentemente también es baja en proteínas, predispone a sufrir falta de elasticidad e impermeabilidad de la piel, varices, estrías, hemorroides, hernias y lesiones musculares, disminución de la producción hormonal y una reducción del tono muscular y orgánico”, agregó.
En defensa de las propiedades de las grasas, Brugos indicó que las grasas y las proteínas se consideran “esenciales” (aminoácidos y ácidos grasos esenciales), porque “son fundamentales para la regeneración celular y nuestro cuerpo es incapaz de producirlas por lo que necesitamos recibirlas de los alimentos”.
Aconseja, por ello, que en el caso de las personas sedentarias que quieren perder peso, deberían reducir la ingesta de azúcares y otros carbohidratos para poder incluir en su dieta la cantidad necesaria de grasas y proteínas, sin aumentar la ingesta de calorías.
Además de la crítica a los alimentos bajos en grasas, Brugos cuestiona también el diseño de la pirámide de los alimentos, publicada por el gobierno de los Estados Unidos, por recomendar la misma proporción de carbohidratos para personas delgadas y muy activas que para otras obesas y sedentarias.
Según Brugos, este es uno de los motivos del alarmante incremento de los índices de obesidad en Estados Unidos y de cada uno de cada tres niños sufra ya de sobrepeso en el país. EFE