¿Están desapareciendo los juguetes de nuestros hogares?
Por: Diana Bello Aristizábal
A pocas semanas de Navidad, ¿qué encontrarán los niños debajo del árbol?, ¿consolas de videojuegos y celulares o será que aún reciben juguetes tradicionales? Esa es la pregunta que nos hacemos desde esta redacción tras ver como la tecnología se ha apoderado de los hogares de tal manera que los juguetes parecen haber pasado a un segundo plano.
“Es responsabilidad de nosotros los maestros evitar que desaparezcan”, asegura María Victoria Valdivia, maestra de preescolar de niños de 3 a 5 años. Para la educadora, los carros, las muñecas, las pelotas o los bloques son fundamentales para adquirir habilidades en la primera infancia y son la puerta de entrada para conocer el mundo.
Para María Victoria, el problema actual es que los padres se están rindiendo ante la insistencia de los niños en emplear dispositivos electrónicos, que son altamente adictivos, en lugar de fomentar las conversaciones en familia o involucrarlos en tareas cotidianas como, por ejemplo, hacer la lista del supermercado.
Como resultado, los niños de ahora saben dialogar menos y les cuesta mucho resolver conflictos. Agrega que en su trabajo a pesar de estar a cargo de niños tan pequeños, hay una relación 50-50 entre los padres que exponen a sus hijos a la tecnología y los que no.
“Duele ver cómo algunos les ponen el iPad por delante hasta para comer. Las aplicaciones pueden ser muy útiles para aprender números y colores pero no deben ser una constante”.
La tecnología, una aliada en su justa medida
Cuando se trata de escoger entre juguetes y dispositivos electrónicos, las posturas entre las familias son diversas y algunas ven ciertas ventajas en éstos últimos. Adys Tibocha, madre de dos niñas, Elena de 5 y Gabriela de 14, comenta que su hija mayor dejó los juguetes cuando tenía alrededor de 12 años.
“De niña amaba las muñecas y jugar al doctor, a los 11 le compré un Nintendo Switch que empezó a usar a los 12, a los 13 le comenzaron a interesar los juegos de mesa y hasta hace poco tuvo su primer celular”, dice.
El Nintendo ha sido la excusa perfecta para compartir en familia porque aunque a Gabriela cada vez le gusta menos por el tiempo que dedica a hablar con sus amigas en el celular, sigue siendo una de las actividades que más hacen todos juntos: Elena, Gabriela, Camilo (el papá) y ella.
“A la mayor le gusta mucho la música y el arte, toca el piano y pinta muy bien. En sus cumpleaños pide accesorios para sus instrumentos, cosas para pintar y audífonos o juegos en línea. La menor es de cuentos, peluches, muñecas y también dibuja, lo que hace de tecnología se limita al tiempo en familia con el Nintendo y juegos esporádicos en una Tablet los fines de semana”.
Para ella, los juguetes nunca van a desaparecer de los hogares y seguirán siendo importantes para su hija menor porque le ayudan a desarrollar habilidades que la tecnología nunca podrá. Sin embargo, considera que la tecnología es muy buena para momentos complejos como esperar ser atendido en una cita médica en compañía de niños. “No estoy de acuerdo en criar a los hijos sin nada de tecnología porque es mucho más duro para los padres”, afirma.
Sergio Ovalle, papá de Samuel, de 11 años, dice que su hijo ya no utiliza juguetes. “Tenemos algunos legos con los que jugamos juntos”. No obstante, sus horas libres las dedica a los juegos de computadora, especialmente de Dragon Ball y Star Wars, y antes cuando era menor jugaba con una consola de Nintendo Switch.
Samuel tuvo juguetes hasta los 4 o 5 años y sus favoritos eran los dinosaurios y las figuras de acción de películas como Toy Story. “Se aburrió de los juguetes y empezó a pasar más tiempo con niños del colegio que hablaban sobre videojuegos, esa fue una de las razones por las que se interesó por eso”.
Cree que probablemente 2 de cada 10 niños tendrán juguetes en el futuro. “Esos dos niños estarán aislados del resto. Quiero decir, los amigos de mi hijo no hablan de figuras de acción, hablan de videojuegos y al niño que no le gusten se sentirá solo porque no entenderá la conversación”. Le gustaría llevar a su hijo a jugar en exteriores más seguido pero dice que no hay casi niños jugando en los parques y Samuel estaría solo.
A propósito de la influencia de otros niños, el hijo mayor de Ytve Guerrera, Nicolás de 11 años, también conoció los videojuegos por otros niños. “Sus primeros pasos en Roblox (plataforma de videojuegos en línea) los dio por unos amigos muy cercanos. De pequeño era más obsesivo y no quería parar, luego en cuarto grado se cansó del juego porque sus amigos ya no jugaban y ahora como mi sobrino en España juega, Nicolás está otra vez en eso”, dice Ytve.
No juega libremente, sino con un límite de tiempo de una hora por día entre semana y un par de horas más los fines de semana. En cuanto al menor, Alberto de 8 años, lleva varios meses sin utilizar el iPad porque sus padres notaron que le es muy difícil desprenderse de la tecnología.
Pero Nicolás, al igual que su hermano, no ha dejado a un lado los juguetes y otras actividades no relacionadas con las pantallas. Le encanta leer, jugar baloncesto, fútbol, béisbol y tenis, armar legos y rompecabezas, jugar con espadas de Star Wars con Alberto y el juego de mesa Checkers (damas) con su papá. Alberto juega con pelotas de Pokémon, muñecos de Batman y Flash y arma trenes de pilas.
“Como los padres no se sientan a jugar con sus hijos y ellos no interactúan mucho con otros niños, no aprenden a jugar solos. Si no caemos en cuenta de lo importante que es la participación del adulto en el juego, sí podrían desaparecer los juguetes. No podemos depender de los dispositivos para entretener o calmar a los niños”, añade.
Una experiencia similar ha tenido Laura Álvarez con sus hijos Julia, de 11 años, y Pablo, de 13. “Mi hija es todavía muy niña gracias a Dios y por eso le gustan muchos los peluches coleccionables, los juguetes de madera en formas geométricas, los imanes, dibujar y adora Hello Kitty, pero sí es cierto que últimamente ha empezado a querer su pequeño aporte en Roblox para comprarle a su avatar todas las cosas que a ella le gustan”, dice.
Pese a esto, la tecnología no es un problema en casa porque no hay mucho tiempo disponible. “Este año le ha tocado estudiar muy duro porque entró a sexto grado, entonces cuando no está metida en el ordenador haciendo una tarea, se va a la academia de flamenco. El fin de semana se tira su tiempo jugando Roblox pero cuando le decimos que pare se pone a hacer otras cosas”.
En el caso de Julia, los dispositivos electrónicos le han ayudado a desarrollar su creatividad y no solo a involucrarse en los juegos que están de moda. Su mamá asegura que su Tablet está llena de aplicaciones de dibujo, una actividad que disfruta y le permite descargarse emocionalmente, y el celular lo usa solo para comunicarse con sus padres.
No cree que el contacto con los juguetes se vaya a perder jamás por más de que abunden los “Tablet Kids”, como se refiere Julia a los niños de ahora, según cuenta Laura. Considera, más bien, que los juguetes irán evolucionando y serán cada vez más interactivos. “Yo estoy en muchos grupos de mamás y algunas son fanáticas de los juguetes de madera y piensan que las actividades manuales son fundamentales para desarrollar el cerebro, así que eso no pasará de moda”.
Tiempo para jugar
Aunque la tecnología nos ha dado mucho a los seres humanos, algunos padres consideran que en la infancia la prioridad deben ser los juguetes. Este es el caso de Adriana Uribe, madre de Nicolás, de 8 años, quien acostumbró a su hijo a no utilizar ningún dispositivo electrónico para entretenerse. Nunca piensa comprarle videojuegos y celular solo hasta los 13 años.
“Desde kínder ya hay niños que están con celular, tableta o Nintendo Switch. Obviamente debido a esa influencia me pide mucho esas cosas”, afirma Adriana, añadiendo que el peligro de la tecnología es que a través de Google se puede acceder a cualquier tipo de contenido. “Los papás ni siquiera se toman la molestia de hacer control parental”.
Nicolás está en clases de fútbol, ajedrez y natación y le gustan mucho los Pokémon, los Transformers, los rompecabezas, que arma junto con su mamá, y los juegos de mesa como el Rummikub, escaleras, dominó, cartas y UNO. “Los niños nunca escogen esos juegos como primera opción pero yo le saco los juegos y lo engancho. Entonces yo creo que es un tema de dedicarles tiempo y redireccionarlos”.
Con respecto a la potencial desaparición de los juguetes de los hogares, dice que aunque no cree que eso pase, sí será cada vez más difícil para los padres luchar contra la sobreexposición a la tecnología, especialmente con el boom de la inteligencia artificial que se va a normalizar en la vida de los pequeños. “No es que naturalmente se inclinen hacia la tecnología, sino que los papás para darse un descanso les pasan el iPad y luego se vuelven locos si se los quitan”.
Alejandro, de 11 años es hijo de Liliana Lárez, no ha perdido el gusto por los juguetes ni un poco. Le encantan los legos e, incluso, los que son para adultos. “Se sienta dos días a armarlos y hasta que no termina, no descansa”, dice Liliana. También los rompecabezas, las sopas de letras, los crucigramas y los juegos de mesa como el Jenga y el Parqués.
En cuanto a las pantallas, debe ganarse el tiempo en ellas con buen comportamiento para disfrutarlo durante el fin de semana únicamente. Liliana implementó un sistema de coins o puntos que le otorga a su hijo por cumplir con todas sus responsabilidades. “Dependiendo del número de monedas que se gane entre semana puede acumular tiempo para electrónicos”, explica.
Afirma que la tecnología, aunque en ocasiones educativa, genera adicción. Por eso, como madre de un niño con trastorno del espectro autista y técnico de conducta registrado (RBT), área que trabaja directamente con niños dentro del espectro, piensa que los juguetes tendrán que coexistir con la tecnología porque son necesarios y jamás podrán ser reemplazados.