Niños Mentirosos!
– ¿Has agarrado dinero del monedero de mamá?
– Esto es una broma.
Estas dos frases de arriba o similares cada día son más frecuentes cuando hablamos con nuestros hijos pequeños. En nuestro concepto de personas mayores esa “broma” la podemos entender como un robo o si la situación se da en casa lo podemos considerar como algo habitual, sin picardía y en lo que difícilmente reparamos.
Es verdad que en chicos pequeños (hablamos de entre 3 y 8 años) el bien y el mal son términos muy difusos para ellos y en los que los padres tenemos la obligación, muchas veces con nuestro ejemplo, de explicárselos en el día a día. Primero en el seno familiar y luego en mil y una cosas que les podemos ir sugiriendo cuando hablemos con ellos.
Es muy importante que desde muy temprana edad vayamos educando a nuestros hijos en la sinceridad. No es un camino nada fácil pues toda prueba de sinceridad por parte de los pequeños tiene la consecuencia de nuestra reacción.
Debemos hablar con ellos, comentarles lo que es una broma, tener paciencia, explicarle lo que es bueno y lo que no, no imponer un castigo, que en este caso no sirve para nada. Debemos hacerle reflexionar. Aunque sea muy pequeño. Explicarle que esas “bromas” no gustan y que cuando quiera algo (a lo mejor dinero para “chuches”) lo mejor es pedirlo a mamá o a papá y ellos verán si es lo mejor o más conveniente para él en ese momento.
La sociedad actual no es la mejor trasmisora de valores para la familia y a veces nos dejamos arrastrar por ella sin darnos cuenta del flaco favor que hacemos con ello a los que nos rodean.
Que nuestro hijo mienta o “bromee” es normal pero debemos estar alerta para que no se convierta en algo habitual, en algo que nos pase desapercibido por repetido. Ninguno queremos un hijo mentiroso de mayor. Ya nos llegará la hora en que serán adolescentes y como tal llevarán un mentiroso dentro. Aquí sí deberemos leer entre líneas “todo” lo que nos quieran decir, pero todavía no. Son pequeños pero debemos ir acompañándoles en su crecer dándoles el ejemplo y la orientación que pensemos más adecuada a cada uno.
Cuando observemos esta situación, debemos:
– No dramatizar la situación: hay que tener paciencia.
– Explicarles lo que está bien y lo que no. La mentira tiene sus consecuencias.
– Animarles a ser sinceros. Con la verdad se gana amigos y la mentira no conduce a nada.
– Ser su ejemplo. Somos su referente en la vida.
– Hablar mucho entre los padres: entre nosotros, de cada hijo, con cada hijo y de forma habitual e individual.
– Pedir consejo a algún profesor, tutor o persona de confianza relacionado con el mundo de la educación o leer pues hay libros en el mercado que ayudan mucho en este aspecto de la educación de los hijos.