Sophia Lacayo: Mujeres en Ucrania y el drama de la guerra.

 

 

Por Sophia Lacayo

 

Las imágenes de la guerra son desoladoras. Muerte, barro, humo, cenizas. El rostro de la desesperación, el dolor, la impotencia, en las fotos de prensa que llegan como testimonio del horror que se vive en Ucrania. Davis contra Goliat, todo el coraje y la valentía de un pueblo que no se deja arrebatar su tierra por muy cruel, preparado y grande que sea el enemigo. Miles han exhalado el último aliento con el fusil gritando libertad. Pero también cientos de civiles alcanzados por las bombas o el fuego cruzado en los campos donde se libra la batalla.

En medio de la incertidumbre y las balas y los pelotones rusos, aparecen historias que conmocionan e inspiran. La escritora ucraniana Iryna Tsvila, perdió la vida defendiendo a su país. Su pareja también habría muerto en combate, según reportes de varios medios internacionales. Se dice que falleció el sábado 26 de febrero en la capital Kiev.

Iryna formaba parte de la Brigada de la Guardia Nacional de Respuesta del Ejército era parte del 17% de mujeres que conforman las Fuerzas Armadas de Ucrania. La escritora española Beatriz Becerra, dijo: “La escritora ucraniana IrynaTsvila, autora de “Voces de la guerra. Historias de veteranos”, ha muerto.

Era madre de cinco hijos. En una obra publicada en el año 2020 y titulada “Girls cutting their locks: A book of memories / the Russo-Ukrainian War”, la propia Iryna cuenta su periplo en el ejército ucraniano. Iryna era maestra, activista pública, fotógrafa, participante en la guerra ruso-ucraniana y batallas por Kiev. En 2014 se ofreció como voluntaria para el Batallón Sich.

Ejemplo de mujer decidida y “con los pantalones puestos” no dudó un segundo a la hora de luchar por lo que creía y amaba. Una lección de vida esplendorosa y que nos debe hacer recapacitar cada día.

Pero la guerra también son desplazamientos y separación. El éxodo de refugiados de la guerra en Ucrania está creciendo rápidamente en los países orientales de la Unión Europea, con más un millón de personas que huyeron a países vecinos desde que comenzó la invasión rusa.

Shabia Mantoo, la portavoz del Alto Comisionado de la ONU para Refugiados dijo que que “a este paso, la situación parece encaminada a convertirse en la mayor crisis de refugiados en Europa en este siglo”.

De los centenares de refugiados congregados en una escuela de un pueblo del este de Hungría, casi todos son mujeres y niños que dejaron a sus esposos, padres, hermanos e hijos luchando.

“Tengo hermanos que están peleando en estos momentos”, dijo Olga Skliarova, de 34 años y residente en Kiev, la capital ucraniana. “Los hombres no están autorizados a cruzar la frontera, así que nos ayudaron a cruzarla y regresaron a Kiev a combatir”.

Una orden del gobierno ucraniano que prohíbe que los hombres entre 18 y 60 años dejen el país —a fin de que estén disponibles para reclutamiento militar— significa que muchas mujeres y niños tienen que buscar refugio por su cuenta.

Hay que tener valentía, de igual forma, para partir y no mirar atrás. Abandonar todo por el futuro de tus hijos y saber que los seres queridos que se mantuvieron en la guerra bien podrían nunca más regresar.

Otra historia desgarradora es la de María Lisicka que tomó a sus dos hijos y huyó cuando los cañoneos comenzaron en Lutsk, en el occidente de Ucrania. “Voy a hacer todo por mis hijos”, dijo. “No quería sacarlos, yo quería que se quedaran en casa, pero ¿qué se puede hacer? Quiero que su estado de ánimo sea normal. Lo más importante son los niños. No me importa lo demás”.

Las cifras son escalofriantes. Las autoridades ucranianas dijeron en un comunicado: “Rusia ha puesto a millones de ciudadanos ucranianos, especialmente mujeres, niños y ancianos, al borde de la extinción. El enemigo no distingue entre objetivos militares y civiles: ataca con artillería a reacción y misiles, destruyendo jardines de infancia, escuelas, colegios y universidades”

El drama es superior cuando se analizan los lazos de consanguineidad entre ambos pueblos. En una encuesta de 2011, el 49 por ciento de los ucranianos indicaron que tenían parientes en Rusia y en 2015, había 2,6 millones de ciudadanos ucranianos viviendo en Rusia, según un estudio.

“Mi hijo tiene casi 6 años. El país de nacimiento de su madre bombardea al de su padre”, escribió en Twitter Alexander Kolyandr.

“Mi madre es de Rusia, mi padre es de Ucrania y habla ruso”, escribió en Twitter Evan Gershkovich, corresponsal en Moscú de The Wall Street Journal, el primer día de la guerra. “Hoy todavía esto no se procesa, incluso después de semanas de ver cómo se desarrolla en tiempo real”.

La guerra es destrucción. Putin está encaprichado y frustrado por la resistencia. Las sanciones impuestas por occidente no parecen suficientes. Mientras la muerte sigue rondando las esquinas de Kiev y otros territorios de Ucrania, siempre habrá una mujer llorando por su hijo o por su nieto, por su hermano o por su esposo. Y existirán otras que se abracen a las armas para defender el derecho a la sonrisa.

 

Artículo de opinión pagado por ‘Mujer Empodérate’

 

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