Por mi Propia Cuenta!

Por Jaime Flórez

Comparto con mi familia y una legión de muy buenos amigos el privilegio de vivir en Doral, una ciudad que a lo largo de su corta existencia institucional ha logrado plasmar en su alto índice de calidad de vida los sueños que Doris y Albert convirtieron en realidad cuando decidieron traer a estas tierras del oeste del condado su hoy legendario club de golf. Guardaré siempre en la memoria el momento que viví con mi esposa cuando, pocos meses después de haber fijado nuestra residencia en el sur de la Florida, transitábamos por la calle 41, a la altura de la avenida 102 y admirando las fuentes que dan entrada a Doral Park, ella me dijo: cuándo vayamos a comprar nuestra casa deberíamos buscar algo por aquí, que me parece bellísimo. A mí también me encanta, le respondí, pero no creo que esté al alcance de nuestro presupuesto.

De hecho, menos de un año después ya estábamos listos para comprar la que ha sido nuestra primera y única casa en los Estados Unidos y, siendo padres de dos niñas, que a la sazón tenían apenas 3 y un año, nos dimos a la tarea de investigar cuál área de la zona ofrecía las mejores escuelas. Doral, obviamente; las mejores condiciones de transporte, de nuevo Doral; la mayor conveniencia en términos de acceso a autopistas, Doral una vez más, en fin, todo apuntaba a Doral y es entonces cuando se produce el milagro, porque casi sin buscarla, apareció de repente la casa de nuestros sueños y a la medida de nuestro bolsillo.  Nos mudamos a Doral, un par de meses después del 11 de septiembre del 2001 y trabajaba yo entonces como conductor del noticiero matutino de la WQBA 1140 AM.  La gente de Doral One, por su parte, se empeñaba en trabajar por el bien de la zona de Doral, que aunque permanecía incorporada al condado Miami-Dade, ya mostraba una clara vocación independentista.

El liderazgo de Juan Carlos Bermúdez era evidente y todos coincidíamos en que Doral sería más temprano que tarde una ciudad con vida propia. Todo un equipo de activistas, profesionales de distintas áreas, enfocaba sus esfuerzos y ofrecía sus servicios con un solo objetivo: constituir a Doral en una ciudad, que pudiera garantizarse a sí misma, con el paso del tiempo, que sería la mejor ciudad para vivir, trabajar, educarse y jugar, y no cabe duda que lo han logrado. Lo hemos logrado, ellos con su liderazgo y nosotros con nuestra participación ciudadana. De eso dan fe importantes publicaciones que han establecido que la nuestra es una de las ciudades que mejor calidad de vida ofrece, y la que mejores condiciones ostenta para quien desee empezar un nuevo negocio en este país.

Mi familia y yo, y seguramente ustedes que hoy me leen, al lado de sus familias y muchas otras, vivimos felices en Doral, y aunque no todo es perfecto, si están las cosas mucho mejor que en la mayoría de los vecindarios. Hay aún mucho por hacer, pero se está haciendo y nosotros mismos tenemos la oportunidad de sumarnos a todas esas iniciativas que tienen por objeto redundar en el mejoramiento de nuestra calidad de vida. Doral es una ciudad que brinda importantes espacios de participación para sus ciudadanos, y es a nosotros que cabe la decisión de aprovecharlos o dejarlos pasar.    Hemos adelantado varios procesos electorales desde que elegimos en las urnas constituirnos en una ciudad independiente.   Las cifras de participación no son muy altas y esto puede ser interpretado de dos maneras diferentes: una, que hay desidia por parte del electorado, y eso es incontestable; pero la segunda es que un segmento importante de esos votantes cree que las cosas están bien como están, y si no está roto, mejor no lo arreglemos, y esa posición también merece respeto.

Ahora, que otea en el horizonte otra fecha electoral para renovar dos curules en la comisión de Doral, debemos estar preparados para encarar la encrucijada que se avecina, que puesta de manera simple y clara, no es otra que escoger entre lo que viene funcionando bien y debe continuar porque nos satisface a la mayoría, o abandonarlos a la incertidumbre, a los experimentos con intereses ajenos y lejanos a nuestros asuntos. Doral es de los doralinos, nosotros la soñamos, la creamos y la hemos hecho crecer. La hemos mantenido fuerte y saludable, la gestión de nuestros líderes ha sido sobresaliente, gracias a ellos nos libramos del impuesto de mitigación y el superávit que de allí resulte debe invertirse en activos fijos que perduren para las futuras generaciones. No podemos permitir que se dilapiden en pago de favores políticos, como ha sucedido en administraciones de otras localidades muy cerca de la nuestra.

Aquí estaremos, con estas líneas y gracias a Ettore y Sandra Sabatella y a Doral Family Journal, defendiendo a Doral porque es nuestro y de nuestra familia. Utilizaremos esta tribuna para destacar lo bueno y denunciar lo malo, sin compromisos a corto plazo. Esta será una columna libre, abierta y responsable. Nos halagará que nuestros lectores compartan nuestros puntos de vista, pero estaremos dispuestos a conceder gustosos el derecho a réplica cuando un planteamiento nuestro así lo amerite, no tanto porque así lo estipule o no la ley, sino porque es nuestra obligación de periodistas serios. No obstante, quiero dejar muy claro que las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad de este servidor, Jaime Flórez, y no necesariamente coinciden con las de Doral Family Journal.

Por aquí seguiremos en contacto…