Los primeros 25 años del siglo XXI: ¿Podemos Todavía Cambiar el Mundo?
Por: Maria Alejandra Pulgar
Al iniciarse el segundo cuarto del siglo XXI, es una gran oportunidad para revisar el estado del mundo y analizar si ha alcanzado el nivel de progreso que se preveía en una era de abundantes innovaciones tecnológicas e interacciones globalizadas.
El amanecer del siglo XXI estuvo marcado por una ola de optimismo y anticipación. Películas como “Volver al futuro” y series como “Los Supersónicos” pintaron un panorama de un futuro lleno de autos voladores, robots domésticos y teletransportación. A medida que pasaron los años y nos acercamos al año 2025, la realidad comenzó a divergir de estas visiones fantásticas. Sin embargo, estos primeros 25 años desde el cambio de milenio han sido un período de extraordinario cambio e innovación.
¿Autos voladores? ¡Todavía no!
Uno de los desarrollos más significativos de este cuarto de siglo ha sido el surgimiento de la era digital. Internet, que alguna vez fue una tecnología exclusiva para pocos, se ha convertido en una parte integral de la vida diaria, revolucionando la comunicación, el comercio y la cultura. El “Internet de las cosas” (IdC), donde los objetos cotidianos se interconectan con nuestros teléfonos y computadoras para detectar fallas, sugerir actualizaciones o informar su estado, nos da más tiempo para dedicarnos a tareas más elevadas, mientras manejamos transacciones u operaciones regulares con una mínima intervención humana.
Las plataformas de redes sociales han conectado a personas en todo el mundo, fomentando tanto la unidad como la división. Si bien estas plataformas han empoderado a las personas y alimentado los movimientos sociales, también han sido explotadas para difundir desinformación y sembrar discordia.
Tenemos autos eléctricos, pero su producción y uso aún no es tan masivo como se esperaba a esta altura del siglo. Muchos países carecen de infraestructura para usarlos y los intereses de la industria petrolera aún hacen que los autos comunes sean el estándar en todo el mundo.
Los teléfonos inteligentes y las tabletas, así como la cobertura y velocidad de los teléfonos celulares en todo el mundo, se han vuelto más baratos y ampliamente utilizados, transformando la forma en que interactuamos globalmente. Y lo más reciente de todo, la inteligencia artificial, que alguna vez fue una tecnología costosa utilizada para objetivos específicos, ha hecho avances significativos al ampliar su uso y volverse accesible, con aplicaciones que van desde automóviles autónomos hasta aplicaciones de diagnóstico médico. Sin embargo, el rápido ritmo del progreso tecnológico ha generado inquietudes sobre el desplazamiento laboral, la privacidad y las implicaciones éticas de la IA.
¿Hacia dónde vamos desde aquí?
Por otro lado, junto con el progreso, a lo largo de estos años ha habido desafíos extraordinarios que impactaron a la humanidad para siempre. Las guerras en Irak, Afganistán, Siria, Israel, Gaza, Yemen, Líbano y la pandemia mundial de COVID-19 de 2020 han dejado a millones de personas desplazadas, afectadas y marcadas de por vida, no solo por las pérdidas materiales sino también por el impacto psicológico y social de esos eventos.
A principios de siglo, en 2001, los ataques terroristas del 11 de septiembre dieron lugar a la Guerra contra el Terror, un conflicto que ha durado décadas y se ha cobrado innumerables vidas. La Gran Recesión de 2008 sumió a la economía mundial en una crisis, causando penurias generalizadas y desempleo. Más recientemente, la pandemia ha tenido un impacto devastador en la salud pública y las economías de todo el mundo.
A pesar de estos desafíos, la humanidad ha demostrado resiliencia y capacidad de innovación. El desarrollo de vacunas para combatir el COVID-19 es un testimonio del poder de la ciencia y la cooperación internacional. Las fuentes de energía renovables se han vuelto cada vez más asequibles y accesibles, ofreciendo esperanzas de un futuro más sostenible.
El cuidado de la Tierra se ha convertido en una tendencia y una preocupación mundial; Para intentar mejorar el progreso en estas cuestiones en todo el mundo, especialmente en los países menos desarrollados, la ONU creó los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 2030.
Si bien se han logrado avances significativos en ciertas áreas, como la reducción de la pobreza y el acceso a la educación, aún quedan muchos desafíos por resolver. El cambio climático, la desigualdad y la inestabilidad política siguen amenazando nuestro progreso hacia los ODS. Algunos países han logrado avances sustanciales, mientras que otros se están quedando atrás. Factores como las tensiones geopolíticas, las disparidades económicas y el cambio climático plantean obstáculos importantes. Para alcanzar los Objetivos 2030, debemos acelerar los esfuerzos, fortalecer la cooperación internacional y movilizar recursos; estamos a solo cinco años de la meta.
De cara al futuro, el mismo presenta promesas y peligros. Los próximos 25 años podrían ver avances tecnológicos aún más rápidos, con el potencial de transformar la sociedad en formas que solo podemos imaginar. Sin embargo, estos avances deben guiarse por principios éticos y usarse para abordar desafíos globales como el cambio climático, la pobreza y la desigualdad. Un buen liderazgo a nivel mundial, con altos valores morales, de justicia y de responsabilidad social, podría haber allanado el camino para alcanzar esas metas.
Al entrar en el segundo cuarto del siglo XXI, intentemos, como individuos, hacer nuestra parte y decidirnos a construir un futuro mejor para nosotros y para las generaciones venideras. Trabajemos juntos para hacer pequeños cambios cada día para crear un mundo que sea justo, equitativo y sostenible.
Que el espíritu de esperanza y cooperación nos guíe en los años venideros. Nuestros nietos reconocerán y apreciarán nuestros esfuerzos.
¡Feliz Año Nuevo 2025!