¿Por qué los millennials en Miami viven más tiempo con sus padres?

 

Por: Diana Bello Aristizábal

 

En los años 80, los jóvenes salían del hogar de sus padres para vivir por su cuenta a los 24 años. Hoy, de acuerdo con un estudio del sitio web de alquiler y compra de bienes inmuebles, Zillow, la generación millennial se va de casa a los 29 años. Este nuevo hallazgo ubica a Miami como una de las ciudades del país en las que más tarde se van los jóvenes de la casa paterna, junto con Los Ángeles y Nueva York.

De acuerdo con las investigaciones, esta realidad obedece, entre otras cosas, a los cambios en las normas sociales y culturales, el crecimiento del precio para alquilar o comprar, los bajos salarios y el elevado costo de vida.

Pero, ¿qué otras razones impulsan a los millennials a vivir con sus padres por tiempo prolongado?, ¿cuánto cuesta alquilar o comprar una vivienda en Miami hoy en día?, ¿qué ideales de vida tienen los millennials? y ¿cómo lograr una sana convivencia entre esa generación (hijos) y las pasadas (padres) que difieren en sus posturas?

Quisimos indagar en estas y otras cuestiones a propósito de este tema que arroja luces sobre los cambios generacionales, la realidad del mercado inmobiliario y los nuevos desafíos que deben enfrentar los padres de esta generación.

 

Una cuestión filosófica, cultural y económica

En términos generales, se le llama millennials a quienes tienen entre 20 y 37 años, es decir, los nacidos entre 1981 y el 2000. Este grupo difiere mucho de las generaciones anteriores como la X y la de los Baby boomers que vivían en función del trabajo, buscaban tener una vida acomodada y retirarse con suficiente dinero para disfrutar y viajar después de los 60 años.

“Los millennials quieren vivir el momento presente, viajar y disfrutar del trabajo pero no vivir solo para eso. Ellos son idealistas, ya no se quieren casar tanto como antes y no les interesa tanto el dinero”, dice Christina Balinotti, doctora en sicología y experta en temas de familia.

Estas características, sumadas al incremento del costo de vida, hacen que muchas veces pospongan el tiempo de salida de la casa de sus padres porque no quieren vivir sujetos a una hipoteca o un alquiler, limitados económicamente o sacrificar sus proyectos personales.

Este es el caso de la familia de Glenda Correa, una inmigrante colombo-mexicana nacida en Miami que tiene un hijo de 21 años con el cual vivirá hasta que este termine su segunda carrera y formalice su vida fuera de la casa.

“El tomó la decisión de quedarse con nosotros aunque podía conseguirse un trabajo, dejar los estudios y hacer su vida por fuera. Quiere ahorrar dinero, terminar de estudiar y no apresurarse a vivir solo”, dice esta mamá que está feliz de tenerlo cerca porque aunque no se ha independizado, su hijo estudia, trabaja medio tiempo, paga algunas cuentas de la casa y es voluntario.

Para Beth Lorraine Story, una mujer estadounidense cuyo hijo de 28 años recientemente se mudó de su casa, los millennials en Miami viven mucho tiempo con sus padres debido a una cuestión cultural.

“Miami es muy costosa, pero aún si no lo fuera creo que los hijos permanecerían en casa por mucho tiempo porque esa es la forma en que se vive en los países latinos. Para mi es algo raro y no sé cómo lo hacen, yo nunca aprendí a vivir con mi hijo adulto”, asegura.

Con esta postura coincide la doctora Balinotti, quien asegura que muchos padres hispanos viven con sus hijos adultos aún bien entrados en años porque así pueden subsanar el síndrome de nido vacío.

En el caso de Beth, su hijo mayor vivió durante algún tiempo con ella, su esposo y sus otros hijos mientras despegaba su carrera como disc-jockey y su negocio en la industria discográfica y ahorraba dinero para independizarse.

Lo hizo motivado por su sueño de dedicarse a la música, aunque discutía constantemente con su mamá, no se acogía a sus reglas y vivía en el cuarto de estar a falta de espacio dentro de la casa de sus padres.

“Fue a la universidad en Tallahassee, pero regresó a la casa en Miami cuando tenía 26 años porque no tenía los medios para vivir solo. Su plan era quedarse solo dos meses, pero terminó haciéndolo durante un año porque su idea era vivir en un lugar como Miami Beach donde la renta es más alta, por lo cual tenía que ahorrar más dinero”, comenta.

Según relata Beth, para su hijo era más importante cumplir su sueño de ser disc-jockey y vivir el estilo de vida que deseaba que independizarse rápidamente, pues varias veces su mamá le insistió en que consiguiera un trabajo regular pero nunca lo hizo.

Pero además del factor cultural y el filosófico, no se puede negar el económico que obliga a muchos millennials a seguir en casa. Este es el caso de Jessica García, de 31 años, y madre de tres hijos.

“Mi esposo, mis hijos y yo vivimos en casa de mis padres por cuestiones económicas, pues no podemos costear la renta en Miami. Necesitaríamos una casa con mínimo tres habitaciones y mi sueldo no me alcanza para eso”, dice.

Y es que rentar o comprar una vivienda en Miami puede suponer una inversión de dinero importante, lo cual influye en que los millennials se tarden más en tomar la decisión de irse de casa que otras generaciones pasadas.

“Actualmente ellos compran una propiedad por primera vez entre los 30 o 35 años, mientras otras generaciones lo hacían a los 25 años”, indica Mario Ávalos, agente de bienes raíces y quien ha estado en el mercado inmobiliario por 20 años.

Pero no todos compran, pues de acuerdo con el experto, debido a que los precios muchas veces no corresponden con el tipo de inmueble que se está ofertando (precios altos, viviendas pequeñas), muchos no están dispuestos a hacer ese compromiso y prefieren, en cambio, rentar.

“En Miami los compradores no solo compiten con personas locales, sino con extranjeros o personas de otras ciudades que buscan una segunda casa para huir del invierno o de una situación difícil en sus países, esto ha hecho que los precios se incrementen en algunas zonas de alta demanda como Brickell”, afirma Mario.

Es tal la situación que quienes deciden comprar, generalmente necesitan una ayuda extra de sus padres. “Aproximadamente 8 de cada 10 millennials reciben algún tipo de ayuda de sus padres para la cuota inicial o los gastos de cierre. Esto se debe a la poca cultura de ahorro que tiene esta generación”, relata.

Así las cosas, ¿qué gastos hay que preveer para mudarse? De acuerdo con el experto, si se busca una casa por debajo de 300 mil dólares, se necesitará mínimo el 8 por ciento del valor total de la propiedad, lo cual cubre la cuota inicial y los gastos de cierre, mientras para comprar una casa de un valor superior, entre el 9 y el 20 por ciento.

Los precios promedio para rentar en Miami están entre 1,700 y 2,300 dependiendo de la zona y el tamaño, y para comprar, entre 300 y 350 mil dólares. “Las que están por debajo de ese rango, muchas veces necesitan de arreglos que incrementan los costos”, apunta Mario.

 

Mi casa, mis reglas

Teniendo en cuenta este panorama y ante las marcadas diferencias que hay entre la generación millennial y sus antecesoras, ¿será que es una buena idea para ellos vivir con sus padres? Glenda Correa opina que sí, siempre y cuando los hijos se sometan a las reglas de los padres.

“Mi hijo trabaja y es responsable, por eso lo apoyo. Sin embargo, nunca estaría de acuerdo en que viviera conmigo si no trabajara o colaborara de alguna manera en la casa, porque eso sería hacerle un daño”, opina.

“Hay que poner unas reglas claras dentro del hogar desde el principio”, asegura la doctora Balinotti para quien los millennials en casa deben aportar económicamente y si esto no es posible, hacer tareas como cortar el césped o cocinar.

Con esta opinión coincide Jessica García, quien en recompensa por la generosidad de sus padres, paga todas las cuentas de la casa, como luz, agua e Internet, compra su propia comida y colabora con las tareas del hogar. “Somos un equipo en casa, todos hacemos algo”, asegura.

Beth Story, por su parte, lamenta no haber sido más firme con su hijo mientras vivió con ella, pues solía poner música en la madrugada, peleaba con su novia dentro de la casa y escasamente colaboraba con los quehaceres. “Nunca nos sentamos con él a poner unas reglas de convivencia y eso hubiera facilitado más las cosas para todos”, reconoce.

Por eso, lo ideal es apoyar a los hijos mientras logran ponerse de pie pero enseñarles el valor del dinero, a ser agradecidos con lo que tienen y a respetar a las personas con las que viven.

Aunque no es una tarea fácil, Glenda Correa es una de esas madres que ha trabajado a pulzo para tener una buena relación con su hijo. “Para ellos no es fácil esa transición porque siguen teniendo mucho de niños, por eso siempre dialogo con él, trato de escucharlo y cuando se puede, llegamos a acuerdos”, dice.

Sin embargo, está claro que irse de la casa es algo natural que debe pasar en algún momento, pues cuando este tiempo se prolonga demasiado el vínculo puede verse afectado debido a los roces. “Yo soy más feliz ahora que mi hijo no está, nos vemos una vez a la semana para comer y ahora nos llevamos de maravilla”, cuenta Beth.

Por eso, cuando hay madurez y responsabilidad por parte del millennial, que asume su estadía en casa como temporal, y paciencia y amor por parte de los padres, la convivencia entre ambos se puede convertir en una experiencia enriquecedora que prepara a los jóvenes para enfrentar el mundo solos.

 

 

 

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