Claves para prevenir el abuso infantil

Trabajar en la salud mental, validar las emociones y dar atención efectiva

 

Por: Diana Bello Aristizábal

 

Abril es el Mes Nacional de Prevención del Abuso Infantil y la oportunidad perfecta para recordar que se puede corregir, disciplinar y enseñar sin vulnerar la salud física, mental y emocional de los niños.

Este mensaje es particularmente importante de difundir en el marco de esta pandemia que ha traído muchos desafíos en la crianza y la relación entre adultos y niños y se ha convertido en un agravante para el problema del abuso infantil y la negligencia, especialmente en contextos familiares violentos, disfuncionales o en condición de pobreza.

Se trata de un asunto alrededor del cual urge educar a la población por su magnitud. Según un reporte preparado por el Children’s Bureau del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, en el año fiscal 2019 se registraron alrededor de 656,000 víctimas de abuso infantil y negligencia a nivel nacional.

En cuanto al alcance del problema durante la pandemia, aunque aún no hay cifras consolidadas, se sabe que factores como el aislamiento, el hacinamiento, la pérdida de ingresos y el aumento de los niveles de ansiedad, estrés y depresión en la población están incrementando las probabilidades de que los niños sufran abusos físicos, emocionales y sexuales así como negligencia.

De acuerdo con Sabina García, sicóloga infantil y terapeuta de parejas y familias, los casos de negligencia leve se han incrementado durante la pandemia principalmente por el abuso de sustancias. “Muchos padres consumen drogas y alcohol de forma desmedida debido a que no tienen que salir de casa y sabemos que las personas borrachas o drogadas pueden abusar de los niños porque no están en sus cinco sentidos”, agrega.

Y, ¿a qué se le denomina abuso infantil? De acuerdo con la definición presentada por el estatuto de la Florida, se dice que un menor de edad está padeciendo de abuso cuando es dañado o amenazado con ser dañado por las acciones u omisiones de los padres o cuidadores.

Una señal de que un menor podría estar siendo abusado es el miedo que le tiene a sus cuidadores o progenitores. “Cuando un niño le tiene miedo a su padre, hay algún tipo de abuso presente, pues en circunstancias normales esto no sucede”, asegura Yusley Pérez, terapeuta de salud mental.

En este punto hay que diferenciar miedo de respeto. Cuando un menor le tiene respeto a un adulto, conoce sus límites sobre lo que puede o no hacer y decir pero se expresa con libertad. En cambio, cuando siente miedo suele asegurar que todo está bien aunque no lo esté y se cohibe de hablar frente al mayor.

Los castigos corporales que dejan marcas, las humillaciones, el maltrato sicológico, los insultos, la explotación infantil, el abandono al menor, no suplir sus necesidades básicas, ser testigo de que está siendo abusado por un adulto y no reportarlo y la violencia sexual constituyen ejemplos de abuso infantil.

De todos estos tipos de abuso, de acuerdo con Yusley Pérez, el más común es el abuso sexual que se refiere a cualquier actividad o práctica de carácter sexual o que involucre las partes privadas del menor.

“En mi experiencia como terapeuta, el abuso sexual ha aumentado significativamente en los últimos 5 años. Antes, en un mes veía 5 o 6 casos, ahora más de la mitad son por abuso sexual”, afirma.

Desafortunadamente, las cifras confirman que el panorama no es alentador en Estados Unidos. De acuerdo con Darkness to Light, aproximadamente 1 de cada 10 niños son abusados sexualmente antes de cumplir 18 años. De ellos, el 30% son abusados por miembros de la familia y el 60%, por gente en la que la familia confía.

 

Comunicación, presencia y educación

Estar a cargo de un menor no es fácil y muchos adultos se quejan de que los niños son más difíciles de criar ahora que en otros tiempos. Sin embargo, son muchas las estrategias que se pueden llevar a cabo que no involucran la violencia física o emocional como, por ejemplo, dejarle claro al menor cuáles son las reglas de la casa y las consecuencias que aplicarían si las rompe.

Hay que tener en cuenta que sin importar el método de disciplina que se utilice es importante que éste sea constante, vaya acompañado de una enseñanza y que se escuchen y atiendan las necesidades de los menores.

“Tenemos que entender que los niños tienen un mundo diferente al nuestro. Si como adultos solo les invalidamos sus emociones, nos referimos a ellos con palabras peyorativas como ‘idiota’ o los callamos todo el tiempo, lo cual es abuso emocional y maltrata la autoestima, ellos empiezan a acumular rabia y frustración hasta que un día explotan de la peor manera”, explica Sabina.

Tampoco suele ser efectivo dar, por ejemplo, una nalgada o golpear con algún objeto, pues esto solo les enseña a tenerle miedo al adulto, que frente a él no tiene voz ni voto o que sus sentimientos no son importantes. “Cuando golpeamos, invadimos su espacio y su cuerpo y eso es una falta de respeto”, agrega Sabina.

Con respeto a la prevención del abuso sexual, es clave hacer presencia de calidad. “Conozco padres que aparentemente les dan todo a sus hijos pero casi no están presentes por sus trabajos y llegan a consulta sin haber notado que su hija o hijo lleva muchos años siendo abusado”, comenta Yusley Pérez.

Por eso, hay que prestar atención en todo momento a la conducta y a los cambios que puedan producirse, lo cual incluye identificar señales de alarma como una disminución drástica en el rendimiento académico, orinarse en la cama cuando ya se había superado esa etapa, aislamiento, caída del pelo, cambios repentinos de humor o conductas destructivas como generarse cortadas en la piel.

Además, conviene tener una comunicación efectiva y cercana con los maestros, hablar de sexualidad con los niños, enseñarles a cuidar y respetar su cuerpo, fomentar la confianza para que sean capaces de expresarse cuando algo no esté bien y elegir cuidadosamente las personas que dejamos entrar en nuestras vidas que podrían estar cerca de ellos.

Por último, es clave que los adultos fortalezcan su propia autoestima, establezcan conecciones de calidad con otros, trabajen y atiendan su salud mental, se eduquen constantemente a través de terapias, recursos en línea o asistiendo a talleres para padres con el fin de que puedan reconocer cuando haya un abuso, sean capaces de trabajar el problema y cambiarlo.

Quienes quieran reportar un caso de abuso infantil, pueden comunicarse con la línea 1-800-422-4453 (opción 1 para español). En el Sur de la Florida, se puede llamar a las líneas 850-300-4323 o 786-257-5148 que corresponden al Departamento de Niños y Familias de la Florida.

 

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