Economía 2025 en la nueva era Trump
Por: Diana Bello Aristizábal
Donald Trump comenzará su segundo mandato el 20 de enero y tras instalarse en la Casa Blanca, todos los ojos estarán puestos en la economía a la espera de conocer sus nuevas medidas, pues la pregunta que ronda por estos días es si este 2025 será o no, un año de crecimiento y oportunidades para la nación.
Y es que el presidente electo prometió mientras hacía campaña imponer nuevos aranceles a las importaciones, efectuar exenciones fiscales selectivas, ayudar más a la clase media, sobre todo en cuanto al acceso a vivienda, y bajar los precios, entre otras propuestas.
“Todas las condiciones están dadas para que tengamos una economía formidable en el 2025”, dice sin titubeos Iván Jiménez, director general de Greenholder Corporation, una empresa que hace análisis económicos.
Las condiciones están dadas en primer lugar porque la victoria de Donald Trump sobre la vicepresidenta Kamala Harris en noviembre fue contundente y hay uniformidad en el senado que ahora es mayormente republicano, lo cual influirá no solo en que Trump tenga poder para implementar cualquier política que desee sino en que el clima incierto de hace cuatro años sea reemplazado por uno de confianza y optimismo.
“En este caso, no hay terreno fértil para la incertidumbre porque hubo una clara definición del ganador y eso les encanta a los mercados”, asegura Jiménez, añadiendo que tener certeza de resultados y de condiciones es uno de los requisitos para que la economía prospere.
Otro punto a favor es que casi todas las batallas que se emprendieron en el marco del COVID-19 para estabilizar e impulsar la economía ya fueron peleadas y ganadas. Por ejemplo, la última tasa de desempleo a diciembre del 2024 fue de 4,1% frente a una tasa de 14,8% en abril del 2020, uno de los peores momentos de la pandemia.
Si bien esto no quiere decir que no haya oportunidades para mejorar, si indica que la economía está generando empleos sin los picos de escasez que se vieron hace cuatro años. Lo mismo se puede decir de la inflación que a noviembre del 2024 fue de 2,7% en contraste con una inflación de 9,1% en junio del 2022 cuando batió su récord de los últimos 40 años.
La balanza se inclina hacia la sostenibilidad
Dadas las condiciones en las que nacerá la nueva administración, Iván Jiménez considera que no se anticipa una “inflación galopante”. “La dirección que lleva es hacia abajo y estamos en tal vez uno de los mejores puntos de la economía de los últimos 50 años”.
Incluso, el camino está despejado para que la meta de llegar a un 2% de inflación que se ha puesto la Reserva Federal se cumpla entre junio y septiembre de este año, siempre y cuando el precio del petróleo no se dispare y se mantenga la tasa de productividad y competencia de Estados Unidos.
Por otro lado, la confianza del consumidor se prevé estable si tomamos como referencia que el 2024 cerró con un aumento en el consumo de más del 3 por ciento en comparación con el 2023 en categorías como joyas, prendas y artículos con un valor superior a los $500 y no en bienes básicos de la canasta familiar.
Sin embargo, al consumidor puede que se le dificulte cumplir con sus compromisos financieros porque aunque tomó riesgos en diciembre, la tasa de presencia de mora en los pagos de las tarjetas de crédito aumentó considerablemente en contraste con el 2023.
Y ¿qué pasará con los precios? La respuesta más directa es que no se sabe porque eso depende de cuán fuertes sean los aranceles a las importaciones que el presidente electo prometió imponer y a qué sectores afecten. No obstante, el impacto de éstos no se hará evidente en los primeros 6 a 12 meses.
“Los precios no suben inmediatamente por cuestión de inventario. A ver, si tienes el tanque lleno y la gasolina aumenta a un dólar, no te afecta hasta que el tanque se vacíe,” explica Jiménez a modo de metáfora.
Aun así, los precios subirán eventualmente y hoy por hoy no se sabe cómo eso podría alterar toda la cadena de valor y logística. “Este es el gran interrogante porque no hay certeza de si los aranceles serán una pieza de negociación o si van a ser verdaderamente incrementados”, comenta.
En cuanto a los precios de la vivienda, algo que sin duda preocupa mucho a los ciudadanos, no se anticipa que los alquileres vayan a subir un 30% como ocurrió en años anteriores aunque las tasas de interés de hipotecas a 30 años siguen relativamente altas.
“El tema de la vivienda ha sido el punto más doloroso de la economía para un sector de la población durante los últimos tres años. Recordemos que la diferencia entre el precio del alquiler y el precio de otras cosas es que cuando aumenta no tiende a bajar. Mi consejo es que este año trate de tener vivienda propia, la que pueda en este momento pagar”.
En cuanto a la producción nacional, se vislumbra que en el 2025 se implementarán medidas para facilitar la exportación de gas natural y de petróleo, lo cual aumentaría los ingresos de la nación y ayudaría a que creciera el producto interno bruto. Es preciso considerar que la reducción de las tasas de impuestos que prometió el gobierno podría impactar, como tiende a ocurrir, la productividad y la cantidad de dinero en circulación.
Habrá oportunidades para el sector de manufactura tecnológica tras la aprobación del CHIPS Act, cuya finalidad es incentivar la creación de empleo en ese rubro y generar mayores retornos a través de unos fondos, de los cuales solo el 5% ha sido utilizado.
“Esto quiere decir que falta emplear el 95% de los recursos aprobados para impulsar más manufactura hacia los Estados Unidos, es decir, todo lo que tiene que ver con innovación y ciencias nuevas”.
Por lo anterior, se podría pensar que tendremos en el 2025 una economía de crecimiento sostenible, cuya trayectoria no será alterada según el mercado bursátil que analiza los resultados de las empresas más grandes de Estados Unidos. “Yo soy de esa escuela de pensamiento”, concluye el director general de Greenholder Corporation.