Prevención en el agua: Por un verano tranquilo y seguro.
Por: Diana Bello Aristizábal
DORAL, FL – El verano es ideal para tomar el sol y disfrutar de playas, parques de agua, piscinas y paseos en bote. Mientras tomamos una pausa en familia, no hay que bajar la guardia en lo que se refiere a seguridad en el agua, pues en esta época es cuando más se presentan ahogamientos y la Florida es uno de los estados más vulnerables del país.
De acuerdo con el Departamento de Salud de la Florida, este estado tiene los índices más altos de muertes por ahogamiento no intencional en niños menores de 4 años y en el 2013 fue el segundo del país en tener la tasa más alta de ahogamientos en niños entre 1 y 14 años.
Según Connie Harvey, directora del programa ‘Aquatics Centennial’ de la Cruz Roja Americana, cuya misión es reducir el número de ahogamientos en los lugares que tienen las tasas más altas del país, lastimosamente este estado es líder en ahogamientos en niños principalmente porque estamos rodeados de agua.
“El clima es muy agradable la mayor parte del año, lo cual hace más atractivos los planes de agua para residentes y turistas. Además, muchas personas tienen piscinas, hay playas, canales de agua por todas partes, ríos y lagos”, asegura.
Pero no solamente en estos espacios ocurren accidentes. Con los niños menores de 1 año, el riesgo empieza desde la casa en donde las tinas, los inodoros, los baldes y las piscinas inflables pueden convertirse en lugares peligrosos, pues en menos de dos minutos y con tan solo una o dos pulgadas de profundidad puede haber una fatalidad.
Dada la gravedad de este asunto, la principal recomendación es no permitir el acceso al agua de menores de edad sin supervisión y poner bloqueos dentro de la casa a todos los recipientes que puedan contener agua.
“Todos los adultos responsables de cuidar niños deberían hacer una evaluación de su entorno para determinar cuáles son los riesgos que hay y tomar medidas de prevención básicas como, por ejemplo, vaciar siempre los baldes de limpieza y jamás dejar a un niño pequeño solo en una bañera”, dice Connie Harvey.
Según el portal web Water Smart Broward, si el cuidador necesita contestar el teléfono o abrir la puerta debe sacar al bebé del agua y cargarlo en brazos mientras realiza dichas tareas. También recomienda jamás dejar a un niño pequeño al cuidado de otro niño y tenerlo al alcance de la mano para poder auxiliarlo en caso de que se caiga o resbale.
Medidas de prevención en piscinas
Además de realizar una evaluación de riesgos dentro del hogar y tomar acciones al respecto, los adultos que tengan piscinas en su casa deben seguir unas pautas específicas para prevenir accidentes en menores de edad.
Cabe anotar que ninguna medida de prevención es exagerada cuando se trata de salvar la vida de un niño, pues, contrario a lo que muchos piensan, las muertes por ahogamiento suelen suceder en silencio y en tan solo algunos minutos. Lo anterior significa que muchas personas que han pasado por esta situación, no se percataron de lo ocurrido sino mucho tiempo después cuando ya era tarde.
Por esta razón, Patrick Beason, Ejecutivo de los programas acuáticos de la Cruz Roja Americana en los territorios de Florida, Puerto Rico y las Islas Vírgenes de Estados Unidos, recomienda siempre a los padres buscar primero en la piscina cuando se pierda un niño.
“En las emergencias acuáticas cada segundo cuenta para mantener la vida y prevenir daño cerebral por la falta de oxígeno. Conozco el caso de una familia que no encontraba a su hija y después de buscarla por toda la casa, la hallaron dentro de la piscina”, advierte Patrick.
Para prevenir accidentes como el anterior, la primera pauta es rodear la piscina con una cerca de 4 lados que permita aislarla completamente de la casa. Esta debe tener una puerta que se cierre y bloquee automáticamente y que esté fuera del alcance de los niños.
“Hay que pensar en todas las formas en que un niño puede salir de la casa y acceder a la piscina. Por eso, las puertas y ventanas que tengan salida a la misma deben tener cerraduras que no puedan ser manipuladas por un menor”, aconseja Connie Harvey.
Además, es importante poner alarmas a lo largo de la casa que se activen cuando alguien ingrese o salga de la residencia. “Hay que bloquear las pequeñas aberturas de algunas puertas por donde usualmente salen las mascotas porque a través de estas un niño puede ingresar a la piscina”, advierte.
Por otra parte, es clave la supervisión cercana, constante y con atención plena por parte de los adultos cuando los niños estén dentro de la piscina aún si tienen habilidades de natación.
De otro lado, en piscinas públicas hay que comprobar que cuenten con la presencia de salvavidas y de ser así no delegar la vigilancia de los más pequeños a estos. “No son niñeras ni reemplazan a los padres”, dice Patrick Beason.
Otra recomendación es asegurarse de que los nadadores inexpertos usen elementos de seguridad apropiados mientras estén en el agua. Al respecto, la Cruz Roja sugiere optar solo por chaquetas salvavidas aprobadas por la Guardia Costera de los Estados Unidos, las cuales también son aptas para lagos y mares.
“Estas se distinguen porque tienen una etiqueta con el nombre de la organización, un número de serie y vienen con un folleto informativo. Se venden en tiendas por departamento tipo Walmart o en aquellas especializadas en botes y se deben comprar de acuerdo con el peso del menor”, dice Connie Harvey.
Tomando en cuenta lo anterior, es preciso aclarar que los flotadores de brazos y los circulares no son seguros debido a que no impiden que los niños terminen bajo el agua. “Las chaquetas aprobadas por la Guardia Costera mantienen en todo momento la cabeza y el pecho sobre el agua, mientras los flotadores comunes no”, dice Patrick, a quien le preocupa que muchos padres sigan confiando en ellos a pesar de no ser seguros.
Estas chaquetas se deben emplear temporalmente como medida de protección mientras los niños están aprendiendo a nadar. “Aunque les dan más libertad para jugar, no queremos que los padres confíen exclusivamente en ellas. Deben explicarles a sus hijos que son una solución temporal pero que aún así necesitarán tomar lecciones de natación”, asegura Connie Harvey.
Competencia en el agua
En primer lugar, ningún menor de edad o adulto es lo suficientemente hábil como para estar exento de sufrir un accidente mientras nada debido a que cualquier persona puede sufrir una complicación de salud, como un desmayo o un calambre, que disminuya sus capacidades en el agua.
Sin embargo, tener un nivel mínimo de competencia acuática puede marcar una gran diferencia. De acuerdo con la Cruz Roja Americana, esto se mide por medio de tres componentes: inteligencia en el agua, habilidades de natación y la capacidad de ayudar a otras personas en el agua.
Se considera que una persona es inteligente en el agua cuando puede realizar una evaluación del sitio en el que se encuentra, previene el acceso al agua sin supervisión, nada en áreas protegidas por salvavidas, supervisa a los menores que estén en el agua, emplea chaquetas salvavidas aprobadas y decide aprender a nadar para adquirir o mejorar habilidades.
Con respecto al segundo componente, las habilidades de natación requeridas son: Entrar al agua o saltar dentro de ella a la altura de la cabeza, regresar a la superficie o mantenerse a flote por un minuto, dar la vuelta en un círculo completo y encontrar una salida, nadar 25 yardas hasta encontrar una salida y salir del agua exitosamente y sin usar escaleras si se está en una piscina.
“Las habilidades cambian de acuerdo al ambiente en el que se encuentre el nadador. En este sentido, lo que hagas en una piscina puede que no te sirva para un río, el mar o un parque de agua. Por eso, es importante que sepamos si somos competentes para nadar en el área en que estamos”, comenta Connie Harvey.
Para adquirir dichas habilidades, el primer paso es buscar una academia que, además de proveer lecciones de natación, ofrezca a sus estudiantes información de seguridad en el agua.
Una vez elegido el lugar, los padres y cuidadores deben ser consistentes y pacientes porque no se aprende a nadar de un día para otro. “Cada set de clases normalmente tiene 8 sesiones, cada una de 45 a 60 minutos de duración. Yo recomiendo tomar varios sets a lo largo del año para seguir mejorando”, aconseja Connie Harvey.
Las academias de natación no discriminan por edad. Esto quiere decir que nunca es tarde para tomar clases debido a que nadar es una habilidad básica que todas las personas deberían tener.
De hecho, no solo están en riesgo los niños, sino también adultos, adolescentes y jóvenes que habitualmente sufren ahogamientos en ambientes naturales como canales, ríos, lagos, pantanos y mares.
En aguas abiertas aplican las mismas habilidades mencionadas aunque el nivel de exigencia es mayor en dichos ambientes porque los nadadores se enfrentan a otros factores como la presencia de animales en el agua. “Si no se sabe qué hay en el agua o cuál es su profundidad, lo mejor es no entrar”, advierte Patrick Beason.
Quienes estén interesados en aprender a nadar en el Condado de Miami-Dade pueden consultar la página web de la Cruz Roja Americana www.redcross.org/take-a-class/swimming/learn-to-swim-providers que muestra todos los proveedores que cuentan con instructores entrenados por la organización.
Hialeah, Miami Gardens, North Miami Beach y Opa Locka son algunos de los sectores que tienen programas de natación gratuitos o a muy bajo costo.