Doctor José Gregorio Hernández en el marco de su Canonización – PARTE 2

 

Por: Zuleika Cevallos

 

… José Gregorio le escribe una carta a Santos Dominici. (PARTE 1)

“Tu recuerdas que siempre he tenido amor por el convento. Con los años en la medida que estudiaba la Iglesia en su dogma, en su moral y en su historia incomparable, aquel amor incipiente se desarrollaba como un árbol gigantesco y venía a orientar toda mi vida”.

En esa carta dice de su intención de entrar en LA CARTUJA. Ya se concretaba su sueño de consagrarse a la vida religiosa e implica abandonar todo lo que tiene en el mundo: familia, bienes materiales, querencias… todo.

Dominici siente que esa decisión es consecuencia de su cambio, que comenzó con la muerte de Benjamín (su hermano menor), causa de una crisis que lo llevó a un anhelo por la soledad, la meditación y, prende en su alma la visión del convento.

Con el apoyo de Monseñor Juan Bautista Casto, Arzobispo de Caracas, su amigo y director espiritual, fue aceptado en la Cartuja de Farneta, cercana a la ciudad de Lucca, en Italia. Comienza a preparar su partida. Recibió una comunicación de La Cartuja del maestro de novicios que decía que utilizara los últimos meses que le quedaban para romper los lazos que le retiene y que se preparará mentalmente.

Cambia de actitud ante la ya segura partida. A primera hora de cada día realizaba sus ejercicios religiosos recomendados y mantenía sus actividades.  Dividió todos sus bienes entre sus hermanos y sobrinos y pagó todo lo referente a registro como si hubiese vendido sus propiedades. Sin recibir ningún pago, cumplió con el cometido solicitado por La Cartuja. Se ocupó de todo para no dejar pendientes. Solo se lleva sus recuerdos y un gran amor por su familia.

El 4 de junio de 1908, toma un tren del gran ferrocarril de Venezuela hacia Puerto Cabello y le escribe a su hermano César, participando su partida y lo doloroso que hubiese sido despedirse.

Tantas cosas que vivió en sus 9 meses en el convento de la Cartuja. Cuando llegó fue sometido a un interrogatorio y después tuvo que esperar su suerte en la iglesia. Deliberaron si se quedaba o no. Votaban con granos blanco y negros y el postulante debía tener la mayoría de blancos, que José Gregorio logró.

Pero el noviciado era terrible. Duraba un año y debía extinguir en su corazón toda chispa de amor del mundo que ha dejado para concentrarse únicamente en su nueva vida; debía sufrir desde el comienzo los trabajos, las vigilias, los largos ayunos y que observe la disciplina monástica.

Un verdadero claustro. Los estatutos de la Orden dicen que el ideal de la profesión del cartujo es hacerse cargo del silencio y de la soledad de la celda. Usó un cilicio de piel de cabra. El Prior le impuso el nombre de Marcelo.

Un día recibió del Superior General la orden de volver a su país, es decir, de volver a la familia, a los amigos, al ejercicio de su profesión, a la docencia y se señalan algunas causas, pero nada concreto. Parece que se enfermó. En una carta que envía al doctor Dominici, le habla de su incapacidad física para sobrellevar la vida de extrema austeridad. El 22 de marzo de 1909 salió del convento y regresó de la Cartuja con la idea fija de continuar en el Seminario. Le había escrito a Dominici para que el Arzobispo le hiciera la diligencia.

Hubo una súplica estudiantil solicitando que el Dr. José Gregorio regresara a las cátedras de Histología, Bacteriología y Fisiología de la Universidad Central. Por esta razón, renuncia el Dr. Meier Flegel y el Ministro de Instrucción Pública nombra a José Gregorio Hernández como profesor.

En esta nueva etapa, escribió artículos y cuentos interesantes que fueron publicados en “El Cojo Ilustrado”, como “En El Vagón”, “Visión de Arte”. A pesar de todo, el regresa a Europa, quiere buscar de nuevo una vida religiosa. Quiere ingresar al Colegio Pío Latino Americano de Roma, fundado por Pío IX.

Una vez más, su salud se vio amainada y tuvo que abandonar el Colegio. Fue a París y con la orden de evacuación de los extranjeros por el enfrentamiento con los alemanes, José Gregorio regresó a Venezuela vía Trinidad.

En Venezuela llegó una pandemia que se presentó como influenza o gripe española. Murieron más de 20 millones de personas en todo el mundo… Se propagó con tal rapidez, que en las mañanas pasaban carretas recogiendo los muertos.

José Gregorio recorre la ciudad de punta a punta atendiendo a todos los enfermos sin menoscabo de contagio.  La gente lo veía pasar y decían “allí va el Médico de los Pobres” pues él era el único que atendía a todo el que lo solicitaba.

Al pasar la pandemia, también llega la paz mundial en 1919 y él estaba feliz por el triunfo de Francia. Un pensamiento del presidente de Estados Unidos Wilson lo conmovió. “The world must be made safe for democracy”.

Muerto en un absurdo accidente el 29 de junio de 1919, comenzó la veneración por aquel hombre que se convirtió en el eterno sanador de quienes dispensan sus favores y luego de ser VENERABLE, ya BEATO será SAN JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ el 19 de octubre de 2025.

 

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