Vacaciones de verano: ¿Estudiar o desconectarse?

 

 

Por: Diana Bello Aristizábal

 

DORAL, FL  –  Llegó el verano y con el la posibilidad de descansar y recargarse para el siguiente año escolar. Sin embargo, durante las vacaciones de verano, muchos padres se preguntan si es conveniente fomentar el estudio o desconectar a los niños del mundo académico.

Al respecto, la palabra clave es equilibrio. Los expertos consultados afirman que no se trata solo de estudiar durante las vacaciones o, por el contrario, dedicarlas únicamente a la diversión. Lo ideal es distribuir el tiempo entre el descanso y el aprendizaje.

Erika Monroy

Para Érika Monroy, sicóloga clínica, sicopedagoga y coach familiar con certificación internacional, durante el verano se debe trabajar en habilidades relacionadas con la inteligencia emocional y en reforzar los conocimientos aprendidos en clase.

Sin embargo, la forma de abordarlos no es exclusivamente a través del estudio formal, sino por medio de las experiencias cotidianas. “No solamente se aprende repitiendo conceptos. Una visita al acuario, por ejemplo, puede enseñarle mucho a los niños”, asegura.

Renefred Maingrette

Una opinión similar tiene Renefred Maingrette, directora y dueña de Omega Learning Center, para quien en el verano se deben realizar más actividades en exteriores. “En la escuela, los niños pasan la mayor parte del día bajo techo. Por eso, ahora es tiempo de salir a jugar y aprender un nuevo deporte”, señala.

Esto no significa que se deban dejar de lado las tareas o el estudio. “Hay que encontrar un balance entre hacer actividad física, descansar y continuar trabajando en las habilidades de lectura y matemáticas”, dice Renefred.

Linette Prats

Para Linette Prats, consultora educativa y dueña de la compañía de tutoría a domicilio ‘Club Z’, no hay que dejar los deberes académicos para las últimas semanas. “Si hay que leerse un libro, se debe distribuir el número total de páginas de forma equitativa a lo largo de las 10 semanas de vacaciones”, explica.

Creando rutinas y fomentando el amor a la lectura

Teniendo en cuenta que es primordial encontrar un ritmo entre descanso, aprendizaje y diversión, ¿cómo pueden los padres llevar esto a la práctica? Érika Monroy recomienda una fórmula que puede servir de punto de partida.

Esta consiste en tomar la edad del niño y multiplicarla por dos para saber cuánto tiempo diario se debe dedicar al trabajo académico. Bajo esta perspectiva, un estudiante de 10 años, por ejemplo, tendría que estudiar 20 minutos al día con concentración plena pero con intervalos de descanso.

Hay que aclarar que aunque esta fórmula puede ser efectiva para algunas familias, no hay tiempos estándar que apliquen para todos los niños, pues cada familia debe tener en cuenta sus dinámicas, el volumen de tareas recibido y las capacidades propias.

Por ejemplo, algunos niños pueden dedicarse máximo 20 minutos al día a la realización de tareas, mientras otros, de la misma edad, podrán estudiar durante una hora consecutiva sin perder la concentración.

“Lo habitual es realizar entre 15 y 60 minutos de estudio diario. Lo importante es que dentro del tiempo seleccionado haya intervalos de descanso para tomar agua o realizar ejercicios de respiración para que el cerebro descanse”, comenta Érika Monroy.

Con los niños que están en etapa preescolar, antes de establecer un tiempo de estudio hay que introducir las rutinas con el fin de crear hábitos y que, de esta manera, el conocimiento sea más digerible en ese momento y para el resto de la vida escolar.

Esto se traduce en asignar un tiempo específico del día todos los días para realizar actividades de aprendizaje que no se limiten a la tarea del verano sino a reforzar conceptos propios de la edad como, por ejemplo, reconocimiento de letras y números.

“El tiempo en esa etapa es díficil de entender. Por eso, recomiendo a los padres comprar un reloj de manecillas y crear un tablero que tenga los dibujos de cada actividad del día (bañarse, hacer tareas, etc). Así, los niños van asociando el número del reloj (hora del día) con cada dibujo”, explica Érika Monroy.

En este sentido, cuando se trata de establecer rutinas lo más importante es realizar la misma actividad todos los días a la misma hora, especialmente las tareas. “En vacaciones es difícil porque tenemos muchas actividades, pero hay que diseñar un horario para que los niños sepan qué harán en cada momento”, dice Renefred Maingrette.

Una vez se fija un horario, otro ingrediente importante que aplica para todas las edades es saber motivar a los niños para que el estudio no se sienta como una obligación. “Hay que enseñarles a que tengan una actitud de apertura hacia el conocimiento y que lo disfruten”, opina Linette Prats.

Así mismo, explicarles que el día tiene 24 horas, de las cuales la mayoría son para el descanso y la diversión durante el verano. De acuerdo con Linette, realizar 30 a 40 minutos de trabajo académico diario teniendo en cuenta que la mayoría de los niños pasan entre 7 y 8 horas en sus campamentos de verano, no es una carga pesada.

Para Renefred Maingrette, una manera de mantener la motivación alta es indicarles que trabajarán en el paquete de tareas durante una hora máximo todos los días de lunes a viernes, pero que los fines de semana serán para la diversión en familia.

Por otra parte, se recomienda fomentar el gusto por la lectura que es la base del trabajo académico de las vacaciones. Frente a esto, según Linette, es preciso saber cuáles son los intereses del niño para motivarlo a que lea sobre dichos temas.

“Si a un niño, por ejemplo, le gusta el deporte y dentro de este mundo admira a Michael Phelps, los padres pueden comprarle libros sobre este deportista y leer en familia”, agrega Linette.

Renefred Maingrette, por su parte, recomienda ir a las bibliotecas locales y participar en programas de lectura en las que los niños ganan puntos por cada libro que leen. “Luego de que concluyan un libro, podemos preguntarles de qué se trataba y quiénes eran los personajes principales”, dice.

Al respecto, Linette Prats aconseja enseñarles a tomar apuntes cuando estén leyendo un libro, subrayar algunos párrafos y tener un diccionario a la mano para buscar las palabras que no entiendan.

“No se trata solo de leer para completar una tarea sino de analizar lo que se lee y ser capaz de responder preguntas al respecto. Hacer este ejercicio puede ayudarles en la primera semana de clases, pues muchos colegios reciben a sus estudiantes con un examen sobre el libro asignado en vacaciones”, comenta.

Descanso oportuno y de calidad

Dentro del establecimiento de rutinas y horarios, hay que tener en cuenta las circunstancias personales para poder elegir oportunamente los momentos de descanso y estudio. Esto aplica especialmente para aquellos niños que están en campamento de verano o que salen de su ciudad de residencia.

“Si un niño pasa la mayor parte del día en un campamento, no podemos pretender que se ponga a hacer tareas apenas llegue a la casa. Debe haber un tiempo de entre media y una hora para que se recueste, coma y se cambie de ropa”, asegura Érika Monroy.

Si están muy cansados, se puede reducir el tiempo de estudio a lo que se pactó inicialmente. “Podemos pedirles que hagan media hora de estudio en lugar de una o que lean una o dos páginas del libro del verano”, recomienda Renefred.

También hay que evaluar las actividades que realizan dentro del campamento o si están practicando algún deporte. “Si sabes que tu hijo tiene natación lunes, miércoles y viernes, entonces fija que los martes, jueves y sábado sean para las tareas y en lugar de hacer 40 minutos por sesión, pídeles que hagan una hora”, aconseja Linette Prats.

Para Érika Monroy, con los estudiantes de educación media y superior puede haber más libertad y fomentar más la incursión en temas que les sirvan para el futuro como, por ejemplo, plan de carrera, mindfulness o cómo lidiar con el bullying.

¿Y qué pasa si están de viaje la mayor parte del verano? En este caso Linette Prats sugiere comenzar a realizar el plan de trabajo luego del viaje. “Si vamos a estar fuera una o dos semanas, podemos desconectarlos del estudio durante ese tiempo y luego retomar las actividades académicas”, comenta.

Pero si las vacaciones son más largas, se puede hacer las tareas en los pequeños espacios que se tengan libres como, por ejemplo, leer por algunos minutos cada día al llegar al hotel, de camino a alguna parte o al inicio de cada día.

Entonces, se trata de integrar todas las áreas de la vida (descanso, ocio, estudio, vida espiritual y familiar) dentro de una rutina diaria, establecida de acuerdo a las necesidades y expectativas de cada familia, en la que el descanso sea la prioridad a menos que existan vacíos académicos o la escuela recomiende un tutor, en cuyo caso se deben ampliar los tiempos de estudio con el apoyo de un profesional.

Las ventajas de lograr un equilibrio entre estudio y descanso es que los niños comienzan más felices su año escolar, tienen un mejor desempeño académico y, en general, están más preparados para asumir retos académicos.

 

 

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