Retos Virales: El nuevo desafío para los padres.
Cada vez son más los retos virales que ponen en riesgo la vida de niños y jóvenes.
Por: Diana Bello Aristizábal
DORAL, FL – En esta época de contenidos virales y saturación de información pareciera casi imposible poder proteger a niños y adolescentes de los peligros a los que están expuestos en Internet.
Los retos virales o ‘challenges’ se han convertido en una tendencia mundial. Lamentablemente, las estrategias de mercadeo para ganar más seguidores impulsan su fuerza en las redes sociales.
Tanto los mas pequeños como los jóvenes se sienten totalmente atraídos por estos retos que llaman la atención, especialmente en las redes sociales, y aunque algunos pueden ser divertidos o, incluso, tener un propósito social, también hay otros que pueden ser macabros, absurdos y peligrosos; tanto que pueden ocasionar graves lesiones y/o daños permanentes, tales como el reto de la canela, el ‘Ice Bucket Challenge’, el ‘Condom Challenge’, el reto de la cápsula de detergente Tide, el juego de la asfixia, el reto de la sal y el hielo y el reto de la ballena azul, entre otros.
Recientemente, este tema volvió a ponerse sobre la mesa en las últimas semanas cuando se difundió masivamente la noticia de que una muñeca, de aspecto macabro, estaba apareciendo en videos infantiles de YouTube con un mensaje siniestro.
La histeria colectiva no se hizo esperar. Padres, cuidadores y educadores de todo el mundo voltearon sus ojos hacia las redes sociales para discutir sobre este fenómeno denominado ‘Momo Challenge’, cuya protagonista invitaba a sus espectadores a atentar contra sí mismos o los demás.
Como todo fenómeno, se han dicho muchas cosas sobre Momo. Algunos aseguran que tal reto es falso, otros que se trata de una leyenda urbana creada por una página web, mientras otros han podido verlo en el computador o la tableta de sus hijos. Incluso, YouTube y Google se pronunicaron sobre el tema afirmando que no habían visto pruebas de él en sus plataformas.
Hoy, después de que el tema se ha enfriado un poco para dar paso a otros contenidos virales, muchos se preguntan cómo protegerse realmente de este tipo de retos que aparecen cada cierto tiempo y, al parecer seguirán haciéndolo, y cómo abordarlos en los hogares para proteger a los menores. Son muchas las lecciones que nos dejan estos fenómenos virales y estas son algunas de ellas:
Primera lección: Los niños usan pantallas sin reglas o supervisión de los adultos
De acuerdo con Érika Ángulo, terapeuta en salud mental infantil y especialista en crianza, los niños menores de 5 años por lo general no saben diferenciar la fantasía de la realidad debido a la etapa madurativa en la que se encuentran. Esto hace que identifiquen como reales los retos que ven en Internet.
“Antes de los 18 meses no pueden estar expuestos a pantallas por recomendación de la Academia Americana de Pediatría. Superada esta etapa, no están preparados para elaborar, asumir y procesar la información que reciben en Internet sin la compañía de un adulto que les ayude a interpretar lo que ven”, asegura.
Cuando los menores no son acompañados por un adulto, además del riesgo físico que corren dependiendo del reto, pueden llegar a sentir miedo por un tiempo variado de acuerdo al temperamento de cada niño, tener dificultades para separarse de sus padres o sembrar en ellos pensamientos de inseguridad acerca de lo que ocurre a su alrededor.
Por esta razón, según la especialista, en medio del miedo que trajo Momo se puede rescatar que nos está permitiendo hablar de los riesgos y usos de Internet en los niños. “Un niño de 4 o 5 años no debería usar el Internet solo de la misma manera que a esa edad no pueden estar en el parque sin ser supervisados a cierta distancia”, afirma.
Evelyn Castillo-Fundora, sicóloga licenciada y fundadora de My School Psychologist Inc, tiene una opinión similar, pues considera que los dispositivos electrónicos no deberían emplearse como una especie de “niñeras” para aquellos momentos en que los padres no pueden acompañar a sus hijos.
“Los más pequeños de la casa deben usar las pantallas en lugares donde estén presentes otros miembros de la familia. Si, por ejemplo, tenemos que hacer la cena, podemos pedirles que se sienten en una silla al lado nuestro a ver su programa favorito o involucrarlos en el oficio que estamos realizando”, destaca la sicóloga.
Estar cerca de los niños mientras consumen contenidos digitales les permite a los padres responder de forma oportuna ante cualquier eventualidad. Una forma apropiada de hacerlo es indagando sobre lo que sienten con lo que ven y validar esos sentimientos para que puedan procesarlos adecuadamente.
Por otra parte, también es importante establecer un plan de cuántas horas al día se va a usar Internet, dónde, en qué lugares no está permitido, con quién se puede hablar y con quién no. “Establecer reglas nos va a permitir cuidar a los niños mejor y evitar que dejen de realizar otras actividades necesarias para su desarrollo como ir al parque”, dice.
Seguna lección: Falta comunicación y fomentar la autonomía dentro de los hogares
Aunque desde siempre los niños y adolescentes han estado expuestos a peligros externos, en la actualidad pareciera como que los fenómenos sociales tienen una mayor influencia sobre ellos.
Esto se debe, en gran parte, a que los menores tienen acceso a entornos digitales de forma recurrente y fácilmente, aunque también al hecho de que no hay una buena comunicación entre padres e hijos.
“Nos falta mucho hablar con los niños y adolescentes, además de desarrollarles su autonomía. Esto se logra cuando en cada interacción que tenemos con ellos, los dejamos tomar pequeñas decisiones y les mandamos el mensaje de que su voz es digna de ser escuchada”, dice Érika Ángulo.
Cuando de forma recurrente se hace esto dentro de la casa, los niños crecen sin tantos vacíos, con una autoestima saludable y saben tomar las decisiones apropiadas en cada reto que se les presenta.
“Tener una escucha activa y evitar hacer de policías es fundamental para que haya un libre desarrollo de la autonomía que se traduce en equipar al niño para que tome buenas decisiones cuando los padres no estén presentes”, agrega Érika.
De acuerdo con Evelyn Castillo, si se dialoga con los niños desde que son pequeños, será más fácil protegerlos cuando estén entre los 11 y 13 años, una etapa en la que según ella suelen comenzar a seguir este tipo de retos porque aún están definiendo su identidad y quieren ser aceptados dentro de su núcleo.
“Si se mantienen las líneas de comunicación abiertas, lo más seguro es que el niño acuda a sus padres cuando se presenten retos como el de Momo”, asegura la especialista.
Sin embargo, si el niño o niña no acude a sus padres frente a un reto tan viral como lo fue Momo, las expertas recomiendan en primer lugar indagar sobre qué tanto sabe el menor sobre la problemática que se está presentando.
“Pueden preguntarle si ha escuchado algo sobre lo que está pasando en Internet y con base en lo que conteste, abrir un diálogo constructivo en donde más que hablar, lo escuchen para luego darle unos parámetros con respecto al uso y cuidado que se debe tener en línea”, comenta Érika Ángulo.
Para Evelyn Castillo siempre será mejor que sean los mismos padres quienes pongan el tema sobre la mesa en lugar de esperar a que se enteren por sus amigos. “Si mamá está hablando del tema, ya deja de ser interesante para el niño”, explica.
En esa conversación, es importante que los adultos se despojen de sus juicios para que el niño tenga la confianza de expresarse libremente. Además, indagar en qué podría suceder si intenta llevar a cabo el reto y hacerle preguntas para guiarlo a que él mismo descubra la respuesta.
Además, aconseja no restringir totalmente las redes sociales puesto que pueden acceder a ellas fuera de casa, sino asegurarse de estar en sus listas de amigos para monitorear y tener claro cómo se comportan mientras están conectados.
Tercera lección: Compartimos las noticias de los retos de la forma incorrecta.
De acuerdo con las especialistas, compartir por redes sociales las noticias que recibimos sobre los riesgos de estos retos sirve para despertar conciencia, advertir a los padres sobre el problema y recordarnos cómo usar Internet apropiadamente.
Sin embargo, es importante saber difundir este tipo de información en el sentido de no hacerlo de forma exagerada o con un mensaje que incite más al miedo que a la toma de conciencia. “Si como padres mostramos miedo, estamos cultivando precisamente eso en nuestros hijos y asustando a otros adultos, lo cual no sirve”, comenta Evelyn Castillo.
Además, según la experta, usualmente los contenidos que se hacen virales suelen tener popularidad entre los niños y adolescentes e, incluso, despertar el interés de aquellos que no sabían nada al respecto.
“Cuando un adulto ve un programa de televisión y le pide a su hijo que cierre los ojos durante una escena, solo está haciendo que el niño tenga más curiosidad por verla. En este caso, ocurre lo mismo y puede que quiera ver el reto a espaldas de los padres”, explica.
Por esta razón, lo ideal es compartir esta noticia con los hijos para iniciar un diálogo al respecto y de hacerlo con otros adultos, procurar motivarlos a que tenga una discusión en casa sobre el tema en la que se planteen soluciones negociadas para proteger a los niños.