En épocas de exámenes: menos estrés y más constancia!
Por Diana Bello Aristizábal
Durante la etapa escolar, uno de los aspectos que más preocupa a los padres es el rendimiento de sus hijos que se mide, principalmente, con los resultados de los exámenes. Por eso, es común que en temporadas de intensa actividad académica, aumente el estrés en las familias, lo cual puede evitarse si se hacen algunos cambios en casa y se adopta una actitud favorable al respecto.
Evitar el estrés y las preocupaciones excesivas en torno a los exámenes es vital para transmitir a niños y adolescentes un mensaje positivo frente a la etapa escolar que, aunque es competitiva y requiere del esfuerzo de los estudiantes, debería ser principalmente divertida y enriquecedora.
De acuerdo con Linette R. Prats, consultora educativa y dueña de Club Z, compañía de tutoría a domicilio en el área de Doral, en su experiencia los padres se estresan demasiado por los resultados académicos de sus hijos, incluso desde los primeros grados.
“No es necesario que esto sea así. Hay que darle importancia a los exámenes pero no al punto de poner nervioso al estudiante, más aún si se tiene en cuenta que durante kinder, primero y segundo de primaria son únicamente para recopilar datos sobre el progreso del niño”, asegura.
Sabina García, terapeuta familiar y de pareja con especialidad en niños y adolescentes, tiene una opinión similar, pues considera que muchos niños comienzan a manifestar síntomas de ansiedad desde los 7 u 8 años por la presión que reciben de los adultos.
“Son niños que, de repente, amanecen con dolor de barriga o de cabeza, sudores, nervios o expresan no querer ir al colegio porque tienen miedo de presentar los exámenes y su cuerpo lo está manifestando”, agrega.
Además de lo anterior, también comienzan a dudar de sus capacidades, tener un rechazo hacia el estudio o ponerse en blanco durante los exámenes, a pesar de haber estudiado, que de acuerdo con Sabina García, no son la única manera de evaluar el rendimiento escolar.
“En algunos grados como tercero de primaria los exámenes son importantes para pasar al grado siguiente. Sin embargo, también cuenta todo lo que se ha hecho durante el resto del año y esto es algo que debería explicárseles a los niños”, comenta.
Por otra parte, también es importante controlar el estrés para no transmitirlo a los niños porque, de acuerdo con Érika Angulo, terapeuta en salud mental infantil y especialista en crianza, esto puede llevarlos a tener problemas regulando sus emociones a la hora de presentar el examen, lo cual puede dificultar la claridad en sus pensamientos y racionamiento.
Para Sabina García, el problema de no manejar la ansiedad y el estrés de los exámenes desde etapas tempranas es que al llegar a la escuela intermedia y secundaria, el estado emocional empeora. “Los niños se acostumbran a estar ansiosos y eso se refleja durante el resto de sus vidas”, dice García.
Fomentar el estudio como un hábito
Teniendo en cuenta que la ansiedad y el estrés tienden a escalar conforme pasa el tiempo, lo ideal es acompañar a los niños en la etapa escolar de una manera equilibrada enseñándoles a estudiar adecuadamente sin transmitir un mensaje negativo.
Para Renefred Maingrette, dueña y directora de Omega Learning Center en Doral, el camino principal para lograrlo es buscar balancear la vida académica con la social. “Es importante que los niños hagan actividades lúdicas los fines de semana para reducir el estrés que produce el estudio entre semana”, afirma.
Por otra parte, es vital no esperar hasta el último momento para comenzar a estudiar o realizar correctivos. “Muchos padres no hacen nada hasta que ven que sus hijos están sacando malas calificaciones. Por eso, recomiendo empezar a prepararlos uno o dos meses antes de las evaluaciones”, asegura.
Se trata, entonces, de ayudarlos a llevar un proceso en el que repasen constantemente los conceptos aprendidos en clase, bien sea con la ayuda de los padres o a través de una tutoría profesional.
“De esta manera se pueden abordar temas sobre los que quedaron dudas en clase, pues a veces es difícil para ellos entender en una clase llena de estudiantes” añade la especialista.
Al respecto, Linette R. Prats considera que las calificaciones que se obtienen en cada término del año escolar son una manera de medir el desempeño para luego aplicar acciones de mejora. “Si, por ejemplo, en el segundo término su hijo obtiene una C, eso ya es un indicativo de urgencia. Busque ayuda desde el comienzo para que en el próximo término, el resultado sea mejor”, agrega.
Además, las expertas aconsejan a los padres conocer realmente cuál es la magnitud del examen a presentar. “Suelen preocuparse mucho con el de tercer grado pero no saben que hay cuatro oportunidades de pasar durante el año”, comenta Prats.
Por eso, tener la información suficiente sobre la evaluación es clave para encaminar los esfuerzos que se están haciendo en casa y poder reducir el estrés de los adultos que, naturalmente, se verá reflejado en los niños como un efecto dominó.
En las evaluaciones estatales de los primeros grados, por ejemplo, no se mide únicamente qué tanto ha aprendido el estudiante sino otras habilidades blandas como la capacidad para seguir instrucciones o el conocimiento con respecto al idioma, especialmente en aquellos niños que vienen de otros países.
Además, estos exámenes, y en general todos, tienen como objetivo medir el progreso y verificar que los estudiantes estén preparados para seguir avanzando en su formación. En cuanto a los de educación secundaria, evalúan principalmente qué tan listos están los adolescentes para ingresar a la universidad.
Por todo lo anterior, los exámenes no se deben ver de manera aislada sino como el resultado de un proceso. “A los padres que se enfocan demasiado en las calificaciones, les decimos que el objetivo del estudio no es solo aprobar, sino entender y aprender. Por eso, cuando su hijo apruebe dígale que no lo hubiera logrado sin su propio esfuerzo, enséñele a estudiar por él y no por complacer a los adultos y reconozca sus avances”, aconseja Renefred Maingrette.
Y dentro de ese proceso, es importante analizar también las circunstancias individuales que pueden afectar el desempeño. Por ejemplo, no tiene un rendimiento igual un estudiante de origen estadounidense que uno que lleve pocos meses en el país. “En este caso puede ser difícil que apruebe los primeros exámenes porque está aprendiendo un sistema educativo e idioma nuevos”, dice Linette R. Prats.
Una manera de sortear estas circunstancias es asistir con regularidad a las reuniones de padres y tener una comunicación cercana con los maestros para conocer las fortalezas de los niños y aprender a motivarlos en casa.
“Si usted siente que su hijo se muestra ansioso en la víspera de un examen, está distraído constantemente, llora cuando está haciendo una tarea o baja sus calificaciones de forma abrupta hable con sus maestros y formen un equipo porque ellos son los que pasan más tiempo con sus hijos”, aconseja Renefred Maingrette.
También se recomienda tener una conversación con el niño para indagar en los motivos de su comportamiento y hacer las preguntas más relevantes al respecto para realizar un diagnóstico del caso y encontrar la mejor solución.
“Hay que averiguar si se siente cómodo en clase, qué le causa estrés y si le gusta o no participar de las actividades que organiza el maestro. Si la respuesta es negativa, se puede ir más lejos y preguntar cuál es la razón de esto o buscar la intermediación de un tercero que pueda guiarlo”, recomienda Linette R. Prats.
También es aconsejable saber con exactitud qué conceptos no logró entender, si hubo una parte de la lección que le costó más trabajo y recordar que una calificación no es un reflejo de sus capacidades o su valor como persona.
Evite cometer estos errores
1.No comer o dormir bien el día anterior. Cubrir las necesidades básicas de los niños los ayudará a estar más concentrados y preparados para los exámenes.
2.Decirles: “Yo tampoco era bueno para esa asignatura. Lo heredaste de mi”. Esto solo hace que tengan una excusa para no intentarlo.
3.Castigarlos a pesar de haber visto un esfuerzo en ellos. En lugar de eso, Sabina García aconseja reforzarles el mensaje de que son capaces y ofrecer ayuda para estudiar.
4.Hablar negativamente y ser inflexible con frases como “en esta casa no puedes llegar con una calificación por debajo de B” o “esa calificación es falta de estudio”.
5.No ayudarlos a manejar su ansiedad. Sabina García recomienda enseñarles a respirar en momentos de estrés, hablarles positivamente en la víspera de los exámenes o ponerles música agradable.
6.No buscar ayuda sicológica a tiempo, ignorar el problema o camuflarlo.
7.No escucharlos. Es importante dejar que se expresen libremente sin entablar juicios, pues poder hablar del tema ayuda a que el problema se vea más pequeño.
8.Olvidar que alguna vez también fuimos niños. “Como padres tenemos que dar un paso atrás y recordar cómo éramos a la edad actual de nuestros hijos. ¿Cuando llegaba a casa con una mala calificación, cómo me sentía y cómo reaccionaban mis padres”, comenta Renefred Maingrette.
9.De acuerdo con Érika Angulo, no validar las emociones del niño como el miedo, la frustración o la ansiedad. “Debemos recordarles que confiamos en que van a dar su mejor esfuerzo y decirles que cuentan con nosotros para apoyarlos en todo”, puntualiza.