El estrés de los niños en deportes competitivos.
El deporte es una forma estupenda de que los niños se lo pasen bien, se mantengan en forma, mejoren sus habilidades y hagan amistades. Pero no todo es diversión y juego en la pista o el campo de juego. La presión por el éxito puede ser excesiva y también puede provocar mucha frustración y muchas lágrimas.
Algunos niños son perfeccionistas por naturaleza y son demasiado exigentes consigo mismos cuando las cosas no resultan. Pero lo más frecuente es que la presión deportiva sea de carácter externo: los niños intentan satisfacer las exigencias de un padre, un entrenador u otra figura de autoridad y acaban teniendo la sensación de que ganar es la única forma de conseguir la aprobación del adulto a quien respetan.
En cualquier caso, el modo en que los niños aprenden a afrontar la presión deportiva —y el modo en que los adultos les enseñan a hacerlo— no solo repercute sobre su rendimiento y diversión en el deporte sino que puede tener un impacto duradero sobre cómo afrontar desafíos similares a lo largo de la vida.
El estrés es un arma de doble filo. Por un lado es positivo, porque prepara al cuerpo para afrontar los retos con concentración, fuerza, resistencia y y nos mantiene alerta, aportándonos una chispa saludable en las tareas que tenemos que afrontar. Pero por otro lado, es negativo porque un exceso de estrés puede agotar la energía y el empuje del niño, provocando una sensación de agotamiento y de estar “quemado” con el deporte.
Cómo ayudar
Lo padres deben detectar la diferencia entre si su hijo tiene un estrés positivo o negativo simplemente fijándose en las interacciones del niño durante el partido. Por ejemplo, ¿está su hijo concentrado y preparado para actuar o los nervios le impiden dar lo mejor de sí mismo?¿Tiene un espíritu deportivo o se le descontrolan fácilmente las emociones?
No obstante, algo que puede ser un poco más difícil de detectar es el papel que usted y otros adultos de confianza desempeñan en el modo en que su hijo aborda las situaciones estresantes. Por ejemplo, los padres que enfatizan demasiado los logros deportivos de sus hijos corren el riesgo de añadirles todavía más estrés.
Es bueno que su hijo vea que usted se interesa por sus actividades, pero hay una línea muy fina entre animar mucho a un niño y apretarle demasiado. Los padres excesivamente entusiastas o ambiciosos con los logros deportivos de sus hijos tienden a reaccionar de forma desaforada ante los errores, los partidos que pierden y los entrenamientos que se saltan sus hijos, lo que a menudo hace que los niños tiendan a hacer lo mismo. Y, cuando un niño se hunde ante sus errores, desaprovecha una importante oportunidad para aprender a resolver problemas y a desarrollar la resistencia.
Las palabras tienen un poder increíble, de modo que utilícelas con mucho cuidado, sobre todo cuando usted no coincida con el criterio del entrenador o del árbitro. Elogie el esfuerzo de su hijo y de otros jugadores con comentarios específicos, incluso cuando pierdan, y ofrézcales críticas constructivas una vez se hayan calmado los ánimos. Asegúrese de que su hijo sabe que usted entiende que un partido, en el fondo, no es más que un partido.
El hecho de practicar deporte puede transmitir muchas lecciones vitales de gran importancia: valorar el trabajo de equipo, superar retos, controlar las emociones y enorgullecerse de los logros, pero solo si usted no se inmiscuye y permite que su hijo las aprenda por sí mismo. De hecho, si usted es capaz de mantenerse al margen, demostrará a su hijo que confía en que él puede abordar las situaciones por sí mismo.
A continuación, les damos algunos tips para ayudar a su hijo a controlar el estrés:
- Respirar profundo: buscar un lugar tranquilo para sentarse e inhalar lentamente a través de la nariz, llenando completamente los pulmones. Contener la respiración durante unos cinco segundos y luego soltar el aire lentamente. Repetir el ejercicio cinco veces.
- Relajación muscular: contraer (flexionar) con fuerza un grupo de músculos. Mantenerlos contraídos durante unos cinco segundos y luego relajarlos. Repetir el ejercicio cinco veces, seleccionando distintos grupos musculares.
- Visualizar el éxito: La gente que asesora a jugadores en competiciones profesionales a menudo les aconseja que se vean a sí mismos haciendo un buen pase, encestando o metiendo gol una y otra vez. En el día del partido, el hecho de evocar esas imágenes de logro puede ayudarles a calmar los nervios y a incrementar la confianza en sí mismos.
- Mantener un cuerpo sano. Es importante comer bien y tener un sueño reparador por la noche, sobre todo antes de los partidos más importantes.
- Hacer cosas divertidas. Anime a su hijo a participar en otro tipo de actividades aparte del deporte que practica, como montar en bicicleta, ir al cine o salir con sus amigos.
- Evitar el pensamiento perfeccionista. El niño no ha de intentar ser perfecto ni esperar la perfección de su equipo. Anime a su hijo a concertar una cita con su entrenador para que le pida aclaraciones si sus expectativas le parecen inconsistentes. La mayoría de entrenadores hacen un buen trabajo fomentando el desarrollo físico y mental de los atletas, pero hay algunos que necesitan trabajar al respecto. Y a veces son los niños quienes necesitan abrir las vías de comunicación.
Los deportes permiten favorecer la autoestima, trabajar las habilidades sociales y desarrollar el sentido de comunidad. Y, por encima de todo, independientemente de que los niños formen parte del mejor equipo del país o simplemente jueguen al escondite los fines de semana, la clave está en que se diviertan. Teniendo en mente esta prioridad, podrá ayudar a su hijo a aprender a sobrellevar los altibajos connaturales de la competición.
Revisado por: Mary L. Gavin, MD