Ley de porte de armas sin licencia: Familias en alerta

 

 

Por: Diana Bello Aristizábal

 

El pasado 3 de abril, el gobernador de la Florida firmó una ley que le da luz verde a cualquier persona en el estado de llevar un arma cargada oculta en público sin contar con un permiso o entrenamiento para tal fin o someterse a una verificación de antecedentes, salvo aquellos que bajo otras leyes de la Florida ya hayan sido vetados de obtener o cargar un arma. Esta decisión ha prendido las alarmas en las familias que temen por la seguridad de sus hijos.

Dicha preocupación no es infundada a juzgar por las estadísticas sobre tiroteos en masa que se registran en el país. De acuerdo con una base de datos de The Associated Press y el periódico USA Today en asociación con la Universidad del Noreste, desde el 2006 han muerto 2.842 personas por este motivo, mientras se calcula que en lo que va del 2023, ha ocurrido un tiroteo en masa cada 6,53 días.

Ante este panorama, Doral Family Journal habló con siete familias del Sur de La Florida para saber cómo se sienten sobre la aprobación de esta ley.

 

Carolina Mejía: Más activismo, menos posts en redes sociales

“No habíamos procesado la tragedia del tiroteo de Nashville cuando ya estaban aprobando esta ley. Es un descaro que uno no espera de un país como este. Dejas el tuyo con una lista de inseguridades para encontrarte con otro que es capaz de firmar algo así. ¿Quién más tiene que morir?”, afirma esta madre mexicana que tiene dos hijos.

En su opinión, esto genera un nivel de ansiedad muy alto en los niños. “Luego nos preguntamos ¿por qué mi hijo se muerde las uñas?, cómo no si tienen que pasar por simulacros en las escuelas en caso de que entre un hombre armado a matarlos, ¿en qué cabeza cabe que esto es normal? Yo no los educo en casa porque tengo que trabajar”, añade.

Lo más triste de todo, dice Carolina, es que lo que hay detrás de esta ley es dinero. “La industria de las armas es multimillonaria y parece que está por encima de las vidas que se han perdido. Por eso, la solución es presionar a los líderes para que estas leyes no sigan pasando”.

“Tenemos que seguir luchando, no podemos simplemente rendirnos frente a esto. Hay que unirse a las organizaciones que están trabajando para que se acaben las masacres en las escuelas o para que haya más control de armas y participar activamente en las actividades que organizan”.

 

Yatzu Dávila: Todo derecho tiene un límite

Como madre que porta armas y tuvo que presentar un examen para recibir su licencia, Yatzu no puede creer que esta ley haya pasado. “Despeja el camino para que cualquier persona sin ningún conocimiento sobre armas pueda portar una y eso nos pone en peligro a todos”, asegura.

De acuerdo con la residente de Doral, quien es mamá de cuatro niños, quienes se escudan en el argumento de que todos los ciudadanos de este país tienen derecho a portar un arma ignoran la responsabilidad que eso conlleva.

“Creo que el tema tiene un motor político. Ya es tiempo de dejar de votar en función de un partido y evaluar temas importantes como por qué permitimos que personas inestables emocionalmente tengan acceso a, por ejemplo, un rifle de asalto”, comenta.

Esta falta de control vulnera especialmente a los niños, quienes suelen sufrir las consecuencias de las leyes que se aprueban. “Nos tienen atemorizados a todos los padres. Lo único que podemos hacer es seguir protestando, votar con más consciencia y enviar mensajes a nuestros representantes”.

 

Ian Lee: Menos control, más armas en las calles

“Como padre, me resulta aterradora cualquier ley que ponga más armas en las manos de más personas que no deberían manejar armas. Es inquietante saber que puedo estar cerca de alguien que tan solo con un documento de identificación y sin ninguna preparación camine por ahí con un arma de fuego”, sostiene Lee, quien tiene dos niñas.

Ian sabe de lo que habla, pues al ser hijo de un militar ha disparado armas desde que tiene 9 años y se sometió a un proceso para obtener un permiso de armas ocultas. “Cuando estaba en un campo de instrucción para obtener la licencia, conocí a muchos individuos que hacían maniobras muy peligrosas porque nunca habían sostenido un arma en sus manos. Me asustaba saber que estas personas saldrían a la calle sin experiencia alguna”.

Sin embargo, le tranquilizaba saber que al menos estaban haciendo la tarea de formarse. “Ahora pueden pasar muchas cosas que no se han anticipado. Por ejemplo, dos personas pueden estar peleando en la calle y si uno de los dos tiene un arma oculta, incluso aún sin tener la intención de utilizarla, es posible que la dispare en un momento de rabia”.

Con respecto a cómo se siente sobre la seguridad de sus hijos, opina que se volvió más importante pasar leyes sobre armas que mantener a los niños a salvo. “Encima tienen que pasar por simulacros de tirador activo. Una de mis hijas me dijo el otro día: ‘papá, pensé que moriría hoy. Estaba encerrada en el baño con mis compañeros llorando’, luego de uno de estos simulacros. Es inaceptable causarle ese estrés a un niño y por eso a la que está en colegio público la pasaré a uno privado como en el que está su hermana, allá no estará más a salvo, pero si libre de estas prácticas”.

 

Evelyn Colón: Más armas, menos recursos para la salud mental

Como madre de dos niños, su principal temor es que esta ley los pone en mayor riesgo en cualquier espacio público. “¿Qué va a pasar con todos esos adultos que tengan acceso a las armas y no sean lo suficientemente responsables para guardarlas bien?, ¿qué va a pasar con los niños que encuentren esas armas y las lleven por ahí?”, se cuestiona.

En su opinión, en una época en la que las tasas de ansiedad y depresión están más altas que nunca, debería haber más preocupación por enseñarle a la gente a manejar conflictos que por despejar el camino para que anden armados. “No veo el vínculo entre esta medida y la protección de la gente, especialmente de los niños. ¿Cuál es la lógica de esto?”.

Sin embargo, pese a la impotencia que siente frente a esta decisión, considera que podemos tomar medidas preventivas. “Padres asegúrense de que los niños no accedan a las armas ni a las municiones, tengan conversaciones serias con sus hijos sobre el riesgo real de poner una mano sobre un arma y fomenten una comunicación abierta en casa”.

Además, cree que las personas deberían tomar un papel más responsable en las urnas. “Los políticos que aprobaron esta ley los elegimos nosotros. No podemos seguir votando por personas en base a un partido político y sin saber cómo piensan con respecto a las armas. Nadie debería crecer pensando que no está seguro en su propia escuela, esto a nivel sicológico es muy malo para un menor y tendríamos que valorarlo a la hora de votar”, finaliza.

 

Carolina Carvajal: Nosotros somos el problema, no las armas

“Cuando se aprobó esta ley no se pensó en los niños”, dice esta madre de dos pequeños que siempre trata de mantener ajenos a esta realidad para evitarles un estrés adicional. “En la comunidad en la que me muevo no hablamos de armas o violencia. Solo saben que no aprobamos las armas y ni siquiera les compramos de juguete”.

Dice que su decisión de ponerlos en un colegio privado tuvo que ver con el hecho de que desaprueba que sus hijos crezcan custodiados por policías como ocurre en los colegios públicos. “Mis hijos están en una escuela en la que no hay necesidad de eso, como debería ser”, asegura.

Pero fuera del entorno escolar, le preocupa que personas inestables porten un arma. “Vengo de un país violento como Colombia y aquí me siento más expuesta en este momento porque hay mucha gente desequilibrada. El poder que tiene un arma en manos de alguien con problemas mentales es perverso, es peor que el que la guarda y sabe que está ahí para una emergencia”.

Añade que la solución es controlar el acceso a las armas. “El problema no son las armas sino quién las porta. Como padres tenemos que estar informados y conocer nuestro entorno. Si tuviéramos más sentido de comunidad habría menos problemas de salud mental y las armas no serían tan peligrosas”.

 

Carolina Van Pampus: Más acceso, más violencia

“Algo me dice que el objetivo de esta ley no tiene nada que ver con la seguridad y todo que ver con la política. Me parece ilógico el argumento de algunos de que para combatir la violencia por armas debemos permitir que haya más acceso a las armas”, afirma la madre de dos niñas.

Cree que sería más efectivo que se destinaran recursos para que la población aprenda a gestionar sus emociones. “¿Por qué no crean leyes que le den paz mental a los padres? Mi hija mayor está en un chárter en el cual hacen simulacros de tirador activo casi semanalmente, no deberíamos vivir así”.

Aunque su hija se toma los simulacros como un juego, para ella esto si es una fuente de estrés. “Me siento atada de manos frente a este problema. Por eso, colaboro con organizaciones que hacen activismo para evitar que se aprueben este tipo de leyes, creo que esta es una de las cosas que podemos hacer como ciudadanos porque quedarnos sentados esperando que las cosas cambien no sirve de nada”.

Asegura que, si pudiera sacar a sus hijas del colegio para que se formaran en casa, lo haría sin pensarlo porque sabe que eso le daría más paz. “No puedo porque necesitamos dos sueldos en casa. Pero me niego a vivir con miedo, así que este es un tema que he soltado. Invito a los gobernantes a que piensen en los niños cuando tomen esas decisiones”.

 

Santo Musumeci: Más estrés y menos seguridad

A este padre de dos niños en edad escolar le preocupa el exceso de libertad que hay en el estado. “Esta ley solo va a hacer que aumenten los episodios de locura que ya estamos viviendo con los tiroteos”, comenta.

Considera que es una fuente adicional de incertidumbre que no necesitan las familias. “Esto me asusta mucho. Cuando me llaman del colegio de mis hijos, mi mente enseguida piensa que algo malo ocurrió”, asegura.

Pese a su angustia, Santo siempre ha tratado de blindar a sus hijos de 4 y 9 años de este tema. Solo se limita a decirles que sigan las instrucciones de los maestros cuando hacen simulacros de tiroteos, una práctica a la que han tenido que acostumbrarse los niños que viven en Estados Unidos.

Sin embargo, piensa que la aprobación de esta ley no los pone en mayor peligro en la escuela. “Ellos van a una escuela pública y aunque se me ha cruzado por la cabeza que estudien en casa, creo que un tiroteo podría pasar en cualquier parte. Tengo la esperanza de que haya cambios en esta ley, no puedo entender por qué no evalúan la capacidad mental de cada persona para manejar un arma”.

 

 

 

 

 

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