Prohibir libros en Florida: Una mirada a sus implicaciones

Por: Diana Bello Aristizábal

En mayo del 2023, el proyecto de ley HB 1069 fue firmado por el gobernador. La ley restringe la instrucción en salud reproductiva, sexualidad, orientación sexual e identidad de género en los colegios y proporciona vías para que los padres puedan objetar los materiales y libros que consideren inapropiados. Hoy, el asunto sigue estando en la mira por la división que ha generado y otro proyecto de ley en camino.

Se trata del HB 7025 sobre el cual habló el gobernador Ron DeSantis el pasado mes de febrero y cuya finalidad sería limitar las objeciones de libros en el estado que se han salido de control. De acuerdo con el grupo de defensa de la libertad de expresión PEN America, en Florida se han hecho 1,406 objeciones.

De aprobarse, quienes reten libros, la forma correcta de referirse al intento de restringir libros con base en las objeciones de una persona o grupo, podrían ser multados con $100 por una escuela local si los reclamos superan los cinco libros. Además, los distritos escolares podrían imponer el pago de ese valor por cada libro retado por alguien que no tenga hijos en el distrito en cuestión.

Hay que aclarar que la legislación de la Florida del 2023 al respecto requiere que los libros considerados pornográficos, perjudiciales para los menores o que representen actividad sexual sean retirados de las estanterías en un plazo de cinco días y permanezcan fuera de circulación de manera temporal y en lo que dura el reto.

No obstante, el libro retado puede ser sacado de circulación permanentemente, es decir prohibido, si los funcionarios escolares lo consideran inapropiado tras recibir un reto formal y ser sometido a revisión.

De resultar exitoso el reto desde el punto de vista del demandante, esto implicaría que ese libro no sería accesible a estudiantes de escuelas públicas que, por tanto, se perderían la oportunidad de leer dicho material por la opinión de un padre o residente.

Es precisamente esa naturaleza subjetiva de la ley lo que ha calado negativamente en la opinión pública, ante lo cual el gobernador se ha defendido alegando que en el estado no se están prohibiendo libros sino permitiendo que los padres y otras personas puedan oponerse a ciertos materiales o lecturas.

Pero, como lo ha reconocido el mismo gobernador en otras palabras, esta ley ha servido de paraguas para que muchos emprendan una cruzada en contra de libros que en opinión general no son inapropiados. “Aunque nos gusta que la gente quiera involucrarse en lo que está sucediendo, que aparezcan y objeten cada libro bajo el sol, esa no es una situación apropiada aquí”, dijo el gobernador en febrero de este año a 6 South Florida.

Las llamadas ‘objeciones de mala fe’, que han motivado la HB 7025, han sido las responsables de la revisión de libros importantes como ‘Por quién doblan las campanas’, de Ernest Hemingway; ‘Las aventuras de Sherlock Holmes’, de Arthur Conan Doyle; ‘El diario de la princesa’, de Meg Cabot; y hasta diccionarios, enciclopedias y biografías, entre otros.

Por otro lado, esto ha provocado que salgan de circulación una gran cantidad de libros sobre historia racial porque aunque la ley aprobada el año pasado no se refiere específicamente a ese tema, en el 2022 el gobernador firmó una ley que restringe a los educadores de enseñar ciertos tópicos relacionados con teoría racial crítica bajo el argumento de que haría sentir culpables a los estudiantes por los actos cometidos por su raza.

Este panorama ha hecho que en el estado se respire un aire de miedo y confusión, pues muchos distritos han sacado libros indiscriminadamente por temor a que violen las leyes estatales, mientras una gran mayoría de personas no entienden realmente cuáles son los límites de lo que está permitido y lo que no.

Esto pudo constatarlo Doral Family Journal al emprender una búsqueda de individuos que dieran su opinión sobre retar libros en Florida y encontrar una gran renuencia. Este medio contactó al Comisionado de Educación de la Florida, Manny Díaz, para ampliar la información pero al cierre de esta edición no había recibido respuesta alguna. 

¿Hemos llegado demasiado lejos?

Ante la prohibición de libros, expertos y padres de familia comparten sus opiniones y las implicaciones alrededor del tema. Para Deborah Caldwell-Stone, directora de la oficina de libertad intelectual de la Asociación Americana de Bibliotecas (ALA, por sus siglas en inglés) es un derecho del público acceder a libros sin que medien prejuicios morales, políticos o religiosos.

Por eso, cree que en lugar de tener leyes que prohíban la entrada de libros en las bibliotecas escolares, la responsabilidad sobre los textos permitidos debería recaer en bibliotecarios profesionales capacitados para seleccionar libros a la luz de la misión de la escuela, las necesidades de los estudiantes y en línea con las políticas establecidas por las juntas escolares.

“Los padres tienen el derecho de optar por no dejar que sus hijos lean ciertos libros. Sin embargo, sus objeciones no deberían ser usadas como base para negar el acceso de esa literatura a otros estudiantes que están en su derecho de leer esos libros. Hacerlo es violar la primera enmienda y a largo plazo crear un ambiente donde la lectura no sea valorada”, comenta.

Lizbeth Hernandez

Por su parte Jenny Lizárraga, directora fundadora de Cinco Books, editorial institucional que trabaja con bibliotecas y distritos escolares, afirma que la prohibición de libros vulnera la libertad de expresión, impide que conozcamos nuestra historia para no repetir errores del pasado (en el caso de los libros de racismo) y hace que se pierda la confianza en el sistema educativo.

“Muchos alegan que la ley no veta libros sino que impide que los niños accedan a libros no apropiados para su edad. Pero es que la práctica de nivelar los libros según la edad siempre ha existido. Quienes desconocen esto, se asustan y piensan que si no alzan la voz sus hijos de Kindergarten recibirán instrucción sobre educación sexual y eso nunca ha sido así”, dice.

Además, agrega que no le encuentra sentido a que prohíban libros de autores reconocidos porque algunos los consideran inapropiados cuando los niños reciben mensajes poco constructivos a través de, por ejemplo, la música. “Muchas canciones de moda sí que son vulgares e inapropiadas y ni siquiera están bien escritas”.

A propósito de los libros con connotación sexual, Lizbeth Hernández, educadora sexual infantojuvenil y madre de dos niños, opina que la mirada de los padres está en los libros sobre diversidad sexual por miedo a que sus hijos sean adoctrinados. “Si es verdad que los libros siembran ideas en nuestros hijos pero somos nosotros los encargados de podarlas. El peligro no está en los libros sino en no hacer el trabajo en casa”.

Esto mismo, en su concepto, aplica para los libros sobre temas raciales que dice lejos de generar conflictos podrían servir como oportunidad para enseñar sobre el valor humano, entender el origen del otro y aprender a respetar a los demás.

Paola Sur

Por su parte, Paola Sur, madre y autora, encuentra excesivo prohibir libros aunque siente que no le afecta esta ley porque tomó la decisión de impulsar la lectura desde casa y comprar los libros que considere apropiados para sus hijas sin importar lo que decida el colegio.

“Con la crianza de tus hijos nadie se puede meter y creo que nunca vamos a llegar a un consenso sobre esto. Sin embargo, sí pienso que estas medidas les quitan a los niños la posibilidad de ser guiados en ciertos temas, preguntar y analizar. Es bueno motivarlos a que lean todo tipo de libros”, afirma.

Carolina Mejia

“Siempre y cuando sean para la edad, es un error prohibir libros”, dice Carolina Mejía, influencer y madre de dos niños para quien no es justo que se saque un libro por los valores de un individuo. “Tus valores no son iguales a los míos. Que esto pase en un país al que todos venimos para encontrar libertad, me parece un retroceso. ¿A dónde va a parar esto?, ¿ya no quedarán libros en las bibliotecas?, ¿leerán Winnie The Pooh hasta que se gradúen?”.

Carolina Van Pampus

Una opinión parecida tiene Carolina Van Pampus. La madre de dos niñas y autora de libros infantiles considera que los libros les ayudan a los niños a procesar emociones, generan identificación y son un camino para entender situaciones complicadas de la vida que de otra manera no sería fácil asimilar, por eso prohibirlos no es la solución.

Además, siente que excluir los que se dirigen a ciertas razas o a personas con diferentes inclinaciones sexuales es como negar la existencia misma de estos individuos. “Los padres estamos constantemente asustados y creo que las prioridades están mal”, sostiene la también coach de escritura.

 

 

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