Resultados escolares dependen en parte de la buena nutrición.

EFE .- Los resultados escolares dependen en parte de la buena alimentación y para ello los servicios de comedor de los colegios deben esforzarse por ofrecer comidas sanas y naturales.

Esta es la premisa de los administradores y cocineros del distrito escolar de Goleta, una pequeña ciudad del condado de Santa Bárbara, que consideran que sin una alimentación saludable no puede obtenerse un buen desempeño escolar.

Por eso, de la mano de la experiencia y los recursos de la Fundación Orfalea, el distrito ha adoptado el programa s’Cool Food que entrena a los chefs y trabajadores de los servicios de alimentación para recuperar las costumbres más sanas y naturales, al tiempo que se desechan las comidas procesadas.

Este programa, según las autoridades escolares, es cada vez más relevante, ya que sigue creciendo el impacto de la mala alimentación en la salud de los niños de las escuelas en todo el país y en su posterior desarrollo como adultos.

Según datos del Centro Nacional de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, una tercera parte de los niños de ocho años -cifra que alcanza hasta la mitad en las comunidades minoritarias como la latina- está en peligro de desarrollar diabetes tipo 2 durante su vida adulta.

“La comunidad latina no está acostumbrada a comer vegetales y frutas diarias sino cosas básicas, ya que nuestros padres no nos enseñaron a tener una dieta equilibrada”, señaló José Vargas, del Distrito escolar de Goleta.

Un 60 por ciento de la población de este distrito es de origen hispano y, por ello, Vargas trata de sensibilizar especialmente a la comunidad latina.

El entrenamiento de los cocineros se realiza en tres o cuatro sesiones especializadas al año.

Las salas de estudio y las cocinas del distrito sirven para que quienes se encargan de preparar los alimentos de los niños aprendan las claves para servir comidas sanas y propaguen ese conocimiento en la comunidad.

“El campo de entrenamiento culinario es impresionante, porque en una semana nos enseñan a todos a preparar una comida saludable en grandes volúmenes, nos enseñan a hacer salsas y asar carnes, como en la casa, pero en grandes cantidades, ya que aquí hacemos 2.800 platos al día”, explicó Sharon Baird, directora de servicios alimenticios del distrito escolar de Goleta.

Baird y su equipo acaban de organizar una comida de acción de gracias anticipada en la que sirvieron un pavo al horno, con los acompañamientos típicos para las nueve escuelas que atienden, y en el que cocinaron unas 800 libras de pavo y 650 libras de patatas.

Una de sus principales estrategias es promover el uso de productos orgánicos que provengan de granjas de la región, en contra del centralizado sistema de producción de alimentos que rige la mayoría de las cocinas escolares del país.

La alarma de los distritos escolares se explica también por las proyecciones que indican que la actual generación de niños estadounidenses sería la primera que tenga una expectativa de vida menor que la de sus padres.

Las altas cantidades de aditivos que se agregan a la comida y la manera de preparar y servir los alimentos explican los problemas del déficit de atención y las altas tasas de obesidad.

“Lo más importante es que esas sesiones conviertan a los chefs en agentes del cambio y que asuman la importancia de su papel de ayudar a los chicos a alcanzar todo su potencial”, explicó Kathleen de Chadenedes, directora de la iniciativa s’Cool Food de la Fundación Orfalea.

El programa se complementa con varias iniciativas apoyadas por Orfalea como implantar un plan de huertas escolares que quiere integrarse al currículo académico de los menores con el fin de darles una formación integral sobre la alimentación.

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