Un alto al abuso sexual infantil
Por: Diana Bello Aristizábal
En abril, el mundo se escandalizó por un video que muestra al Dalai Lama besando en la boca a un niño y luego pidiéndole que chupara su lengua durante un evento público en la India. Unos días después, un profesor de Miami-Dade fue arrestado con cargos por abuso infantil tras buscar una relación romántica con un niño de 13 años. Tristemente, estos casos se repiten a diario a lo largo y ancho del planeta. Por eso, ahora más que nunca urge alzar la voz.
Una voz que se ha visto empañada por la ignorancia de algunos que normalizan conductas como dar besos en la boca bajo el pretexto de que se hace “de forma inocente”. Precisamente esta fue la explicación que dieron voceros del líder espiritual tras la avalancha de comentarios negativos que recibió, entre los que destacan el hecho de que los adultos presentes lejos de poner el menor a salvo se rieran de lo que estaba ocurriendo.
Y es que desde siempre nuestra sociedad se ha acostumbrado a tomar con gracia o simplemente callar ante las conductas de abuso de los adultos, especialmente si provienen de familiares, conocidos o personas que tienen poder como fue el sonado caso del cantante R. Kelly que durante décadas abusó sexualmente de varias menores de edad, quienes dieron su testimonio en el documental ‘Sobreviviendo a R. Kelly’.
Por eso, en honor a las víctimas que han hecho visibles sus historias, a quienes nunca hablaron y ahora son adultos, a los niños que viven alrededor del mundo con miedo y a los padres que desean fervorosamente proteger a sus hijos, es preciso continuar educando a la población sobre qué es realmente abuso, cómo prevenirlo y cómo abordarlo.
No es una cuestión cultural
En primer lugar, hay que aclarar que el abuso sexual infantil sí es frecuente y puede ocurrir en cualquier entorno sin distinción de raza, estatus económico, lugar geográfico o género. De acuerdo con el National Child Traumatic Stress Network (NCTSN), 1 de cada 4 niñas y 1 de cada 6 niños han sufrido algún tipo de abuso antes de cumplir los 18 años, aunque muchos de esos casos nunca son denunciados.
Otras cifras sostienen que el 75% de los casos de abuso han sido cometidos por miembros de la familia o personas de confianza de la víctima, mientras el 23% de los que cometen el abuso son menores de 18 años.
Así las cosas, ¿cómo podemos saber si estamos ante un caso de abuso sexual o no? Según NCTSN, se considera abuso sexual infantil cualquier interacción entre un niño y un adulto o entre dos menores de edad en la cual la víctima es utilizada para estimular sexualmente al abusador o a un observador con o sin contacto físico.
Con frecuencia, de acuerdo con esta entidad, el abusador utiliza juegos, trucos u otros métodos de chantaje y manipulación para engatusar a los niños y mantenerlos callados. De ahí la importancia de que los adultos a cargo de un menor tengan el conocimiento suficiente sobre este tema para que puedan identificar si está siendo víctima de esto o no y actuar de manera oportuna.
Tener el conocimiento suficiente es también saber que, aunque en algunas culturas es más común que en otras tocar, abrazar o besar, no se puede ignorar la incomodidad del menor frente a estas conductas ni mucho menos obligarlo a consentirlas con frases como “¿ya no me quieres?”, “dale un beso a tu tío”, “no seas mal educado y abraza a tu abuelo”, por nombras algunas de las cosas que por generaciones han tenido que escuchar los niños ante la mirada cómplice de otros adultos.
“Si un niño no quiere ser tocado, besar o abrazar a alguien y aún así lo obligamos a hacerlo, eso es un abuso porque le estamos diciendo que la incomodidad de su cuerpo no nos interesa”, expresa Lina Acosta Sandoval, psicoterapeuta, experta en desarrollo humano y autora.
De acuerdo con Acosta, lo anterior aplica a todas las culturas sin importar la forma en que un país o comunidad se relacione con otros o demuestre el afecto. Cabe recordar que los menores de edad merecen el mismo respeto que cualquier adulto aún cuando no tengan la madurez emocional para defenderse o detener una situación.
“Nosotros como adultos somos los que les enseñamos qué es apropiado y qué no. Es muy importante ser específicos con ellos y decirles que existen áreas privadas del cuerpo a las que nadie debe acceder, lo cual incluye la boca. Nadie debe meterles nada en la boca a la fuerza, ni siquiera comida”, añade la especialista.
Por otro lado, es clave inculcarles que no hay que sentir vergüenza de negarse a hacer algo que no se siente bien, incluso si están en público, dejándoles muy claro que no serán tachados de irrespetuosos o mal educados por poner límites a los demás.
También hay que actuar con valentía frente a los adultos que aún sin tener una mala intención someten a los niños a situaciones difíciles. Como padres es válido manifestarle a un miembro de la familia que un menor se sintió incómodo con la forma en que fue abrazado u abordado y establecer lo que no está permitido de cara al futuro.
Además, como adultos es nuestro deber protegerlos de personas con las que abiertamente han comentado no se sienten a gusto. “Si dicen que no quieren ir a la casa del abuelo, por ejemplo, es porque se sienten impotentes e inseguros con esa persona. Si pese a esto, los regresamos al mismo lugar entonces ellos entienden que no les creemos y que elegimos a ese adulto”, explica la experta.
Pero la protección frente al abuso sexual infantil no consiste solo en enseñarles a poner límites o a conocer y cuidar su cuerpo, pues nada es más efectivo que fomentar en el hogar una comunicación abierta y fluida de la mano de unos padres amorosos que de forma consistente indagan en el mundo emocional de sus hijos.
Un truco que comparte Lina Acosta es aprovechar la hora de dormir o de comer para preguntarles cuál fue la mejor y la peor parte del día. “Si el niño sabe que todas las noches, su mamá entra a su habitación para escucharlo, entonces ese rito lo protegerá después porque estará acostumbrado a acudir a sus padres cuando hay un problema”, explica.
¿Qué hacer ante una queja de acoso sexual de un menor?
- Creerle y escucharlo atentamente sin culpabilizarlo
- Mantener la calma lo que más se pueda
- Darle las gracias por haberlo contado y asegurarle que será protegido
- Buscar ayuda profesional inmediatamente. Nacionalmente se puede llamar al 1-800-422-4453 para encontrar ayuda local.