Intimidación escolar: ¿Cómo prevenirlo e intervenir de forma apropiada?

 

Por: Diana Bello Aristizábal

 

De acuerdo con ‘National Voices for Equality, Education, and Enlightenment’ (NVEEE), cada siete minutos un niño es intimidado y en el 85 por ciento de los casos no hay ninguna intervención. Dada la dimensión de este problema, muchos padres se preguntan qué hacer para proteger a sus hijos y cómo abordar un caso de intimidación escolar.

Y es que las redes sociales y los medios de comunicación tradicionales nos muestran con bastante frecuencia los relatos de aquellos padres que con impotencia han visto a sus hijos sufrir de intimidación escolar ante la mirada, en ocasiones, indiferente de los demás y sin recibir apoyo por parte del colegio.

Estos relatos nos recuerdan que aún hay un camino por recorrer frente al acoso escolar pese a las políticas anti-bullying que tienen un gran número de escuelas, a que hay más información para enfrentarlo y una mayor conciencia sobre esta problemática.

Para entender con mayor profundidad el alcance de ella, Doral Family Journal habló con padres de familia que aprendieron importantes lecciones tras sus experiencias, las cuales esperamos puedan servir de referencia a otros padres. Además, consultó con expertos para dar más luces al respecto.

 

El drama de Santiago Silva

Carol Orlande ha vivido un calvario desde el 2017 con su hijo Santiago Silva, de 11 años, quien tiempo después de comenzar el cuarto grado en un colegio de Key Biscayne comenzó a ser intimidado por sus compañeros. Primero fue tildado de gay por su tono de voz agudo cuando leía en voz alta.

Carol acudió a la maestra de su hijo quien le llamó la atención a los niños. “Ella trató de ayudar, pero después de eso no solo le decían gay, sino también soplón”, cuenta Carol, quien explica que hasta ese momento la situación era manejable y ella empoderaba a su hijo recordándole sus cualidades y hablándole del amor incondicional de Dios.

Sin embargo, en marzo del 2018 Santiago llega de la escuela golpeado ante la mirada atónita de su madre que acude inmediatamente a la institución educativa. Pese a sus esfuerzos por recibir una respuesta por parte de la directora, no es atendida. “Soy mamá soltera y trabajo todo el día, pero aún así fui varias veces a la oficina y siempre me decían que no podían recibirme”, recuerda Carol.

Así finaliza el cuarto año de la primaria. Una vez en el quinto grado, Carol tenía la esperanza de que las cosas mejorarían. “Mi hijo es muy aplicado y por eso desde el primer día de clases participó activamente, lo cual no le gustó a un niño que era el líder de sus compañeros”, relata Carol, enfermera registrada y health coach.

Desde ese momento, varios niños, dirigidos por uno solo, comenzaron nuevamente a llamarlo gay, humillarlo y tratarlo con desprecio. Carol, cansada de la situación, le reclama al niño que hacía las veces de líder durante una práctica de soccer y delante de sus padres, quienes actuaron con indiferencia.

Después de escuchar que también le llamaban basura, perdedor, payaso y otros calificativos denigrantes, de ver la tristeza y el miedo de su hijo y sus esfuerzos por ser aceptado, Carol escribe varios correos electrónicos a la maestra de su hijo y a la directora y enfrenta a los padres del niño agresor, quienes niegan la situación.

Nuevamente nadie del colegio responde, por lo cual Carol acude a un chat grupal de madres de Key Biscayne, quienes le consiguen una cita con el asistente del director a la cual asiste junto a Carolina Forero, coach de crianza de Parenting With You. Pese a los argumentos de la experta, el colegio niega que se trate de acoso.

Es así como deciden enviar un correo explicando las implicaciones legales del caso, hecho que por fin despierta el interés del colegio que elabora el primer reporte oficial tras comprobar que Santiago decía la verdad. Después de eso, el problema mejoró un poco y Carol continuó reportando todo lo que sucedía.

Luego, en febrero de este año el único niño del salón que le hablaba a su hijo dejó de hacerlo con el único fin de no ser intimidado y rechazado por el líder del salón. Con la llegada de marzo, Santiago recibe otros dos ataques: es mojado con agua llena de barro en las instalaciones del colegio y le arrojan una manzana en la cara.

“En ese momento llamé a la directora del colegio, hice un reporte a la policía y publicaciones en redes sociales que se volvieron virales tras ser compartidas masivamente por celebridades y amigos”, narra Carol.

En una de ellas etiquetó al Superintendente quien respondió por redes sociales que estaba al tanto de su situación y fue contactada por el Distrito Escolar del condado para que hiciera un reporte oficial.

Después de salir en varios medios de comunicación, se reunió con la directora y el supervisor, quienes le están prestando apoyo emocional a su hijo. “No sé qué pasará con los niños que lo acosaron porque no me lo dicen, pero desde entonces mi hijo está tranquilo”, relata.

 

Las lecciones aprendidas

El caso de Carol y otros que se han registrado han dejado importantes lecciones. La primera es que muchas personas no tienen claro a qué se le denomina acoso o matoneo escolar y, por esta razón, hacen una lectura equivocada de algunos casos.

Carolina Forero

“El bullying tiene varias especificaciones: debe ocurrir de forma repetitiva, provenir de las mismas personas y manifestarse con agresiones físicas, verbales o sicológicas”, explica Carolina Forero, quien llevó el caso de Carol.

Estos criterios aplican también para el acoso cibernético que puede ser peor por la posibilidad de compartir las agresiones. “Cuando el acoso se hace viral adquiere más peso y hace más daño”, explica.

La segunda lección es que tanto las víctimas de intimidación como los maestros deben seguir un protocolo al momento de reportar un caso. “Uno de cada 4 profesores cuando hay un caso de bullying lo ven como un problema de niños y de esos que sí lo identifican como tal, solo el 4 por ciento lo reporta como es debido”, dice la coach de crianza.

El primer paso es hacer una investigación para comprobar que se trata de un caso de intimidación o acoso escolar; luego de verificar esto, se deben aplicar las consecuencias que se hayan estipulado previamente y, por último, se debe reparar a las víctimas. “Nunca la familia de la víctima debe contactar directamente a la familia del agresor”, aconseja la experta.

Por otro lado, los maestros que reciban una queja sobre acoso están en la obligación de dejar un reporte sobre el incidente en el sistema individual de cada estudiante (ISIS) en un plazo menor a 30 días. “Este paso no se llevó a cabo en el caso de Carol”, aclara.

Marisol Gómez-Decena

Para Marisol Gómez Decena, abogada y madre de Daniel, de 7 años, la intervención oportuna por parte del colegio en el que estudia su hijo fue clave para resolver su caso de acoso. “Durante un tiempo, varios niños del colegio aislaron y rechazaron a mi hijo, no querían jugar fútbol con él”, explica.

Al igual que Carol, Marisol contactó a la maestra de su hijo, tras verlo triste por este hecho, quien habló con la oficina de dirección y, en pocos días, el consejero escolar reunió a todos los implicados. El caso se resolvió y Daniel nunca más volvió a ser víctima de matoneo.

“No pensé que eso pudiera ocurrirle a un niño tan pequeño, pero ahora él es más fuerte y entiende que no todo el mundo va a querer jugar con él. Cuando eso ocurre, no lo toma personal y juega solo”, comenta.

Tania Paredes

Para Tania Paredes, quien es terapeuta y tiene un doctorado en trabajo social, cuando un niño pequeño hace matoneo está mostrando su inconformidad frente a algo que le está ocurriendo. “Puede tener un problema en casa y no encontrar otra vía para expresarse”, explica.

Por esta razón, considera que las familias deben actuar de forma preventiva y no reactiva. “Siempre estamos hablando de qué hacer si a mi hijo le acosan, pero tenemos que hablar más de cómo crear un ambiente favorable para que los niños expresen sus emociones”, afirma.

¿Y cómo hacerlo? De acuerdo con la especialista, es importante darles opciones para manejarlas en lugar de reprenderlos por ellas. Además, hacerles preguntas claves como qué hicieron en el colegio, con quiénes jugaron, a qué niños vieron solos y qué hicieron para ayudarlos.

“Se trata de que los niños se sientan responsables no solo por ellos mismos, sino por sus amigos y su comunidad, de este modo estaremos educando niños que de adultos sean más empáticos”, asegura la trabajadora social.

Por otro lado, de acuerdo con Carolina Forero es clave establecer límites en casa y asegurar el cumplimiento de estos a través de la cooperación. “Los límites, las reglas y las consecuencias tienen que estar claros, aunque deben ser implementados en conjunto y no impuestos”, asegura.

Además, hay que educar con amor, permitiéndoles que fracasen para que puedan aprender y acompañarlos en este proceso. “Esto crea una verdadera autoestima y un niño con una autoestima fuerte tiene menos posibilidades de ser víctima de intimidación”, dice.

Para construir una autoestima sana, Tania Paredes recomienda elogiar las buenas acciones y no solo señalar las malas. “A veces reprendemos a los niños cuando se equivocan pero se nos olvida felicitarlos cuando hacen algo bueno y eso es más importante”, afirma.

Por último, padres y expertos recomiendan siempre utilizar todos los recursos disponibles ante un caso de acoso. Para quienes tienen hijos en colegios públicos, esto significa primero acudir al maestro, luego al director y si nada funciona, hablar con un representante del distrito escolar.

 

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