Octubre es el Mes de Concientización sobre TDAH: Comprenda la Conducta de su Hijo y Tome Acción

 

Por: Maria Alejandra Pulgar

 

Muchos argumentan que hoy en día los niños reciben un diagnóstico de TDAH y están en terapia o medicados porque sus padres no están haciendo bien su trabajo al disciplinarios. Lo que realmente sucede es que los padres ahora están más informados y actúan tempranamente, buscando ayuda para sus hijos, cuando observan que algo funciona diferente en su conducta y no se logran los hitos esperados en su desarrollo físico, emocional, psicológico y social. Con un diagnóstico preciso viene un plan de acción que mejorará la calidad de vida del niño y su familia.

Octubre es el mes de concientización sobre el TDAH, una iniciativa global para distribuir información confiable para educar sobre esta condición, sus síntomas, diagnóstico y tratamientos. El tema de este año es “Avanzando con el TDAH”, para fomentar la búsqueda de enfoques adecuados para un diagnóstico y tratamiento exitosos, para ayudar a las personas y sus familias.

¿Es el TDAH algo real?

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) ha sido definido por el Instituto Nacional de Salud (NIH.gov) y el Centro para el Control de Enfermedades (CDC) como un grupo de “trastornos del desarrollo neurológico” que presentan “un patrón persistente de falta de atención y/o hiperactividad-impulsividad que: interfiere con el funcionamiento o el desarrollo y tiene síntomas que se presentan en dos o más entornos”.

Un estudio de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría determinó que en EEUU alrededor de 6,1 millones de niños de entre 2 y 17 años habían sido diagnosticados con TDAH, lo que lo convierte en uno de los “trastornos del neurodesarrollo más comunes en la infancia”. A nivel mundial su prevalencia es del 5% en niños y alrededor del 2,8% en adultos. Los niños son diagnosticados con más frecuencia que las niñas, porque los síntomas se manifiestan de manera diferente según el género y tardan más en identificarse con precisión.

El TDAH es una condición real, no un “defecto” o una “enfermedad”. Fue documentado y observado por primera vez en 1902 en Inglaterra. Comprende todo un conjunto de síntomas que incluyen: poca capacidad de atención; hiperactividad física, verbal o emocional; inquietud e impulsividad; hiper enfoque selectivo; distracción; postergación y disfunción ejecutiva.

La disfunción ejecutiva es la falta o deterioro de las habilidades para analizar y procesar información, planificar y organizar, gestionar las emociones y el tiempo o recordar detalles. Afecta la capacidad de la persona para organizarse y alcanzar metas; si no se atiende, con el tiempo puede afectar la autoestima de la persona y provocar otras afecciones de salud mental como ansiedad o depresión.

Los estudios sugieren que el TDAH podría tener un origen genético; sin embargo, se están realizando más investigaciones para determinar posibles factores ambientales, nutricionales y sociales relacionados con la condición.

¿Cómo se diagnostica y trata el TDAH?

Un bebé parece ser un “niño pequeño curioso y revoltoso” o un “soñador constante”, y luego crece y se convierte en un niño distraído, ruidoso o desobediente; propenso a hacer berrinches, que pierde pertenencias, no entiende reglas, no aprende a turnarse ni a mantener una conversación.

Los padres suelen identificar primero el comportamiento notoriamente desregulado del niño, en comparación con sus compañeros de la misma edad. Si tienen más de un hijo, las diferencias se notan antes. Como padre, usted siempre sabe cuándo hay algo diferente en el desarrollo de su hijo.

Los niños con TDAH sufren mucho antes del diagnóstico y tratamiento; sufren burlas y aislamiento de sus compañeros, y los padres y maestros prueban todas las técnicas de intervención conductual posibles con mínimos resultados. Los niños se sienten frustrados porque saben lo que tienen que hacer, pero a veces no tienen el lenguaje ni el autocontrol para hacerlo. Entonces repiten el mal comportamiento. Es un ciclo que hay que romper para mejorar.

Los padres deben comentar sus observaciones con su pediatra, quien a su vez los derivará al especialista adecuado para su evaluación: un psicólogo, un neurólogo, un terapeuta del lenguaje u ocupacional. Habrá una batería de evaluaciones de observación y, si es necesario, un EEG y otras pruebas neurológicas. Una vez diagnosticado, el curso del tratamiento puede incluir psicoterapia o intervenciones psicosociales; terapia conductual u ocupacional; modificaciones nutricionales y medicación si fuera necesario, según el caso y la edad de la persona diagnosticada.

En ocasiones el TDAH viene acompañado de otras excepcionalidades como inteligencia superior, espectro autista, retrasos en el habla, trastornos auditivos, dislexia, disgrafía, ansiedad, etc. Dependiendo de cuál sea más prevalente determinará el camino para un diagnóstico y tratamiento certero. Cuando el niño sobresale académicamente, los síntomas del TDAH son difíciles de identificar; La observación de los padres de su comportamiento será clave para la intervención.

El conocimiento es poder

Más complicado que manejar a un niño con problemas de conducta y disfunción ejecutiva, es descubrir qué está sucediendo y cómo ayudarlo. Una vez que el niño ha sido diagnosticado, el siguiente paso debe ser formar el equipo de apoyo más completo posible, para entrenarlo en las habilidades que fallan, controlar los síntomas y cerrar la brecha en cualquier retraso en el desarrollo.

La primera fuente de información para los padres es su pediatra quien guiará el proceso. Aceptar y comprender el diagnóstico para un hijo no es un fracaso. Con un diagnóstico oportuno e intervenciones adecuadas, se pueden controlar los síntomas del TDAH, mejorando la función del individuo para llevar una vida feliz, productiva y exitosa.

Para más recursos educativos sobre el tema consulte ADD.org; CHADD.org y Revista ADDitude.

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