Aerovotar y la realización de un sueño!!!
Por Maria Alejandra Pulgar.
Desde que cumplí 18 años solamente he dejado de votar una vez. En abril de 1999, cuando se eligieron los miembros de la asamblea constituyente no pude ir a votar. Estaba en la clínica recién dada a luz de mi segunda hija, cuyo embarazo pasé yendo al Pre-escolar Las Lomitas en Alto Prado a ejercer mi derecho al voto tantas veces como fuera necesario para que quedara claro que YO no estuve, estoy ni estaré nunca jamás con Hugo Chávez Frías y su proyecto. Me mude a Miami en 2001 y lo más pronto que pude cambié mi sitio de votación. Tampoco dejé de votar en ninguno de los procesos que ha habido, ya ni recuerdo cuantos ha inventado este señor para igual seguir en el mismo sitio.
Desde mi punto de vista, la ganadora en todos los casos ha sido la abstención, la negligencia, la desidia, la flojera. El pensar que ‘si van a trampear, para que voy a perder mi tiempo’ o ‘por un voto no va a pasar nada’. ¡Caramba, claro que pasan cosas si falta un voto! Con todos los votos que faltaron en montones de ocasiones por eso es que este señor se fue atornillando más y más fuerte en su silla y el país se fue hundiendo más y más en el desastre.
Cuando supe en junio de este año que habían mudado a New Orleans el centro de votación de Miami me juré que así fuera caminando llegaría a ejercer mi voto en octubre. Siempre he estado clara que es ahora o no es. No hay vuelta atrás. O el hombre sale ahorita o simplemente mi país termina de desaparecer del mapa, para volverse un país inventado en mis recuerdos.
En mi familia somos cinco, así que o íbamos todos o no iba ninguno. Por lo menos mi hijo chiquito tendría que venir para que mi esposo también pudiera votar. Sacando cuentas los números no daban, como tampoco la logística para salir o regresar a tiempo sin perder clases ni trabajo. Estaba tácito que si yo quería votar tendría que conseguir una solución adaptada a mi dinámica familiar y que la afectara lo menos posible. No se puede que vayamos los dos. “Gordo, creo que te quedas tú, porque si yo no voto me muero”. Así quedamos. Había que investigar cual era la solución con el menor costo asociado posible.
Y de pronto, aparece en internet el sitio de Aerovotar, con una propuesta concreta y sencilla: anótate en la lista, dona lo que puedas (si puedes), pasa la voz para que los demás se anoten y también puedan donar, desde cualquier parte del mundo, con todas las facilidades y nosotros nos comprometemos a rentar los aviones suficientes para trasladar ida por vuelta el mismo domingo 7 de octubre a la mayor cantidad de personas de la lista posibles. Algo así como un ‘san’ del viaje a New Orleans, pues. No tenia nada que perder, solamente poner la confianza y mi esperanza en un grupo de gente que jamás había conocido, pero que tenían un planteamiento simple, concreto y que, la verdad, me dieron buena vibra.
Me anoté, me llamaron, confirmé y doné lo que tenía. Así que aquí estoy, con mi ticket de Aerovotar en la mano. Me tocó el número 30 en el avión Unión. Me gusta la perspectiva. Me encantaría saber como se llaman los otros aviones. ¿Serán quizás Paz, Esperanza, Progreso, Futuro, Camino?
El 7 de Octubre voy a New Orleans a votar gracias a la iniciativa y el aporte de gente inteligente y generosa, enfocada en ser parte de la solución, no en ahondar en el problema. Andrés Casanova, Andrés Morrison y su equipo de trabajo nos han ayudado a 1.212 venezolanos residentes en Miami y zonas cercanas a viajar ida por vuelta a ejercer nuestro derecho. No hay palabras para agradecer su vocación de servicio y su ayuda. Su apoyo para realizar un sueño que se veía difícil de alcanzar. Creo que la clave ha sido la confianza. Confiamos en ustedes para lograr esta meta y ustedes en nosotros en apoyar la iniciativa. Juntos vamos a lograr lo que queremos. Hay esperanza, Hay futuro, Hay progreso. Mientras hayamos venezolanos con ganas de ser solidarios, podremos lograr todo lo que queramos.
Gracias Aerovotar. Dios los bendiga. Nos vemos a las 3:00 am en el aeropuerto el domingo. Con Dios delante.