Educando niños con inteligencia financiera

 

Por: Diana Bello Aristizábal

 

DORAL, FL –  ¿Qué padre no ha lidiado con un berrinche de sus hijos por no comprar algo que ellos querían?, ¿A quién no le han pedido un juguete de obsequio que después no se utiliza? y ¿qué niño no se ha gastado sus pocos ahorros en dulces y objetos inútiles?

Sin duda, este es el caso de muchas familias que no saben cómo enseñarles a sus hijos de qué forma llega el dinero a la casa, cómo cuidar los recursos y cómo ahorrar.

Sin embargo, hacerlo es imprescindible para generar una conciencia financiera desde la infancia que será muy útil en la vida adulta; enseñarles a apreciar lo que tienen, a darle un valor moderado a las cosas materiales y a administrar los recursos apropiadamente.

Para lograrlo, la primera tarea de las familias es tener claro qué significa el consumo responsable. De acuerdo con María Benjumea, coach de vida y liderazgo y mamá de dos adolescentes, el consumo responsable empieza cuando tenemos claro cuáles son nuestros ingresos y egresos, es decir, conocemos el concepto de flujo de caja.

“Esto es algo que debemos enseñar a nuestros hijos desde que aprenden a sumar y restar explicándoles que todas las familias reciben cierta cantidad de dinero al mes por el trabajo que realizan papá y mamá, el cual emplean para pagar la comida, la renta y otros gastos básicos. Lo que quede de esas entradas (ingresos) y salidas (egresos), se utiliza para vacaciones, juguetes y diversión”, explica.

Debido a que el concepto de flujo de caja es difícil de explicar a un niño, la recomendación es utilizar juguetes, frutas o cualquier objeto con el que los menores se identifiquen para introducir todos estos conceptos.

Por ejemplo, los padres pueden tomar cinco manzanas y contarles que estas corresponden al ingreso familiar. De ellas, dos son para pagar la renta, una para la comida, una para gastos académicos y la que queda para diversión. “La idea es que entiendan que el presupuesto no es ilimitado”, comenta María.

Una vez tienen clara esta dinámica, se puede elaborar un plan con situaciones familiares para ellos. Por ejemplo, comprarles cinco dulces e indicarles que estos deben consumirse en cinco días. Si en el segundo día toman dos, los dulces se acabarán más rápido de lo planeado y no se hará una nueva compra.

Cuando este tipo de enseñanzas se vuelven habituales, es más sencillo para los niños aceptar que algunas veces es posible comprar algo y otras no. “Venimos de una cultura de ‘porque lo dice papá y punto’, pero ahora los niños piden explicaciones y están preparados para recibir este tipo de información”, asegura María.

Pero además de hablarles del flujo de caja, también hay que educarlos en el respeto hacia las cosas materiales y el dinero. Esto se traduce en enseñarles que sus pertenencias deben cuidarse y organizarse sin importar su valor económico.

Por otro lado, es clave no comprar de forma ilimitada así se tengan los recursos para hacerlo, pues siempre debe haber un ‘para qué’ detrás de cada compra. “No es tener por tener”, dice María Benjumea, quien en casa ha delimitado sus áreas de interés para definir cuál compra vale la pena y cuál no.

En este sentido, para un padre puede ser importante comprar libros porque contribuyen con la formación de sus hijos, mientras que puede encontrar poco útil adquirir videojuegos. Este orden de prioridades debe explicarlo a sus pequeños para que entiendan mejor las decisiones de compra de los adultos.

Conviene también hablarles sobre el concepto de compartir y heredar como parte de las enseñanzas sobre el consumo responsable. La primera lección en este tema es que no todo el mundo cuenta con los mismos recursos ni vive la misma realidad.

Poner este tema sobre la mesa puede convertirse en una oportunidad para motivarlos a donar los juguetes que ya no usan y están en buen estado a fundaciones que ayudan a familias en condición vulnerable.

De esta manera, los niños van entendiendo que cada objeto tiene un propósito determinado que al cumplir su ciclo, puede servirle a otros. También que se debe comprar un juguete nuevo únicamente cuando otro ya perdió su utilidad dentro de la familia y va a tener un nuevo dueño.

Para Juan Pablo Casimiro, CEO y fundador de Biznovator, una compañía que empodera a jóvenes en temas de emprendimiento, liderazgo, innovación e impacto social, además de lo anterior, es importante enseñarles a los niños desde muy temprana edad que las cosas se ganan con esfuerzo.

“Muchos adolescentes reciben a manos llenas lo que piden, por lo cual no entienden que el dinero se obtiene como recompensa a una labor realizada”, explica Juan Pablo, quien también es experto en gestión de finanzas y finanzas personales y tiene una maestría en educación de negocios.

La responsabilidad de cambiar esta realidad empieza con los padres, quienes deben ser conscientes de que la gran mayoría de cosas que adquirimos no solamente no son tan necesarias como creemos, sino que pierden valor rápidamente.

“No necesitamos 10 pares de zapatos y 50 blusas”, asegura Casimiro aclarando que no se trata de dejar de consumir, sino de hacerlo con conciencia y transmitir esto mismo a los niños porque ellos están aprendiendo sobre consumo de la manera equivocada.

Una forma en que pueden entender la relación entre esfuerzo y compensación económica es premiarlos por realizar labores no obligatorias dentro de la casa como, por ejemplo, limpiar el jardín, organizar el garaje o lavar el carro.

Por cada una de ellas, pueden ganarse puntos que al acumularse se convertirían en dólares. “Yo recomiendo a los padres darles trabajos adicionales a sus hijos con el fin de que aprendan sobre el valor del trabajo. Los más pequeños, por ejemplo, pueden vender limonada para así entender de dónde viene el dinero y cómo lo hicieron crecer”, afirma el especialista.

De acuerdo con Casimiro, hacer este tipo de ejercicios es fundamental para educar seres humanos independientes, responsables y con buenos hábitos financieros. “Muchos adultos que recibieron demasiado de sus padres o no les hablaron de dinero mientras crecían, tienen ahora mal crédito o piden dinero y luego no lo devuelven” afirma.

 

Lecciones sobre ahorro

Cuando se trata de enseñar sobre consumo responsable y finanzas personales, uno de los temas más importantes es cómo ahorrar. Aprender a hacerlo correctamente desde la infancia es vital para tener hábitos de ahorro que se extiendan a la vida adulta.

Con los más pequeños, entre 5 y 8 años, una forma de comenzar es abrirles una cuenta de ahorros avalada por los padres. De esta manera, el dinero que ganen en casa como resultado de su trabajo en los oficios, pueden depositarlo en dicha cuenta.

“Si al final del mes ganan 25 dólares, podemos invitarlos a depositar ese dinero en el banco para que crezca a través de los intereses en lugar de que lo gasten en cosas que no necesitan. Cuando los niños entienden esto son más inteligentes al manejar el dinero porque saben que 25 dólares se pueden convertir en 300”, explica Casimiro.

Por otra parte, también recomienda enseñarles sobre el mercado de valores y a comprar acciones, lo cual puede lograrse con el permiso de los padres, y a entender cuándo vale la pena invertir en algún bien material y cuándo es mejor guardar el dinero para otra ocasión. “Si tiende a subir su valor, la inversión es buena”, dice.

Para María Benjumea, el aprendizaje sobre el ahorro comienza cuando los niños adquieren rutinas de planeación y cuidado de dinero. En su caso, sus hijos se instruyeron en la materia al hacer la lista de mercado todos los domingos de acuerdo a un menú semanal previamente establecido.

“Empecé a involucrarlos en esa labor porque quería que comprendieran la importancia de no desperdiciar comida. Ellos sabían qué comeríamos cada día y nos asegurábamos de cumplir el menú al pie de la letra”, comenta.

Conforme fueron creciendo sus hijos introdujo en su casa el sistema de las seis jarras de T. Harv Eker. Este consiste en utilizar seis jarras, sobres, cajas o cualquier otro objeto para distribuir uniformemente los ingresos.

De acuerdo con este sistema, el 55 por ciento de los ingresos deben depositarse en la jarra de las necesidades básicas, el 10 por ciento en la de ahorros para cumplir objetivos a largo plazo, el 10 por ciento en la de actividades educativas, el 10 por ciento en la de libertad financiera como ahorro para el retiro, el 5 por ciento en la de compartir y el porcentaje restante en entretenimiento.

Como los niños no pagan por sus necesidades básicas, María introdujo este sistema únicamente con las jarras de ahorros para cumplir objetivos a largo plazo, compartir y entretenimiento.

“Por ejemplo, si mi hijo recibía 10 dólares, los distribuía en las tres jarras. De esta manera aprendieron a ahorrar y sabían que si querían unos zapatos costosos debían sacar el dinero de la jarra correspondiente”, asegura. En su experiencia, lo importante no es la cantidad de dinero sino la utilidad de este método para generar hábitos de ahorro y consumo.

Se trata entonces de educar niños con conciencia sobre el dinero que sepan destinar sus recursos sabiamente. De esta manera, tendremos adultos con mayor libertad financiera, con capacidad para cumplir sus deseos y suplir sus necesidades y responsables respecto a sus deudas y compromisos financieros.

 

 

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Send this to a friend