Sophia Lacayo: El político en su laberinto

 

Por Sophia Lacayo

 

Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir”

Francisco de Quevedo

 

 

Los últimos comicios en Miami Dade ocurrieron el martes dos de noviembre del año pasado. Caprichosamente fue un día gris, nublado, denso, por ratos insípido. Un escenario perfecto para el final de unas elecciones que bien podrían ostentar los mismos calificativos anteriores.

 

Contiendas de baja participación y antipatía por parte de los votantes. ¿Acaso se pierde la dimensión de las repercusiones de un gobierno local? ¿No inmiscuirnos en las decisiones acaso no puede convertirse en un “boomerang” para nuestras vidas cotidianas?

 

Sin embargo, también podría ser una simple relación causa efecto: numerosos políticos o aspirantes, sin agendas viables o sólidas, enfrascados en ofensas personales, endiosados desde el “yoísmo”, adaptados a conjugar en primera persona sin centrarse en las necesidades mínimas o intereses de a quienes o a que se deben.

 

Muchos políticos tradicionales aspiran, en muchas ocasiones, a ocupar puesto de manera vitalicia o alcanzar, mediante acuerdos y otras tácticas, permanecer a toda costa en las estructuras jerárquicas de poder. Con decisiones condicionadas por aquellas instituciones o personas que donaron fuertemente a su campaña en busca de dividendos en forma de intereses.

 

Muchos me preguntan en la calle, en mi distrito 12, en la oficina ¿por qué te postulas para comisionada de Miami Dade? Y no dejo de pensar en las frases que para la historia acuñó el expresidente de EEUU Ronald Reagan: “No hay respuestas sencillas, pero sí hay respuestas simples. Debemos tener el coraje de hacer lo que sabemos que moralmente es correcto”.

 

Esa sería la respuesta. Creo que es lo correcto. Siento el compromiso de ver la comunidad de mis hijos florecer, irradiar luz y no conformarse con migajas. Mejorar cosas que verdaderamente importen e impacten de manera positiva en la calidad de vida de las personas. No aspiro a reconocimientos individuales ni a plasmar un cargo en mi hoja de servicio. Anhelo, eso sí, aportar desde mi experiencia, a incentivar políticas de desarrollo viables para crecer en áreas diversas de la economía y el bienestar.

 

Reagan dijo en otra ocasión: “América es demasiado grande para tener sueños pequeños”, de eso se trata. Despertar y sentir las fuerzas para avanzar con paso firme al cumplimiento de nuestras metas. Contar con las herramientas necesarias y las plataformas para poder impulsar un proyecto. Expandir las oportunidades.

 

Existe mucho conformismo en la política local. Personas que solo buscan votos para mantener “su carrera” y andan con promesas de tercera clase tratando de endulzar al contribuyente para, una vez, sentados en la cúspide, olvidarse de las palabras que con tanto ahínco repetían, una y otra vez.

 

Asumir un cargo público, no es jactarse, cruzarse de brazos y no hacer nada. Es ir por más en materia de mejoras constantes y equilibradas. Lo siento en cada rostro de la madre trabajadora o el padre trabajador que espera horas por el autobús para ir a trabajar en una línea de transporte deficiente. Lo veo en las personas que son desalojadas, en esos que mantienen a duras penas su negocio y en esos que tuvieron que cerrar. Me identifico con el joven carente de opciones culturales formativas. En esos que fueron víctimas de violencia, doméstica y no doméstica.

 

¿Qué hiciste y qué puedes hacer? De eso se trata y es lo que debería importar al menos en el plano individual de la persona que se postula y no ser mofa social o acercarse a la máxima satirizante del actor Groucho Max cuando aseveró que “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”.

 

 

Artículo de opinión pagado por ‘Mujer Empodérate’

 

 

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